La Voz del Interior @lavozcomar: Rodrigo Bueno cumpliría 50 años: el recuerdo del día que dijo ser el cordobés más famoso

Rodrigo Bueno cumpliría 50 años: el recuerdo del día que dijo ser el cordobés más famoso

El 24 de junio del año 2000 comenzó a tallarse una nueva leyenda en la música popular argentina: esa madrugada moría Rodrigo Bueno en un accidente automovilístico. Rodrigo, el “Potro”, quien este miércoles cumpliría 50 años. El mismo que llevó el cuarteto a una popularidad inédita en todo el país, se fue de este mundo en su pico máximo de exposición: era el artista más convocante del momento, aparecía en los programas de televisión con mayor rating y había noches en que ofrecía hasta nueve shows seguidos.

Una vez conocido su deceso, su figura comenzó a adquirir un barniz espiritual y, al igual que ocurrió con otros ídolos populares argentinos, el hombre se transformaba en algo parecido a un santo.

Aunque Rodrigo mantenía cierta distancia con Córdoba, su ciudad natal (porque en su momento no pudo lograr lo que sí obtuvo en Buenos Aires), La Voz habló con él en su mejor momento. La entrevista se publicó el jueves 2 de marzo del año 2000 y fue disruptiva tanto por una frase dasfiante del “Potro” que retumbó en muchos debates televisivos posteriores.

A continuación, y con el 50° aniversario del natalicio del “Potro” como disparador, reproducimos aquel intercambio en su totalidad.

La entrevista del Potro Rodrigo con La Voz, de marzo de 2000

Como dice el refrán, Rodrigo es Dios: está en todos lados pero atiende sólo en Capital Federal.

Si se tratara de un cantante melódico o rockero, no sorprendería tamaña caracterización, dado que está probado que es en el puerto donde “se cuecen las mejores habas” del mundo del espectáculo. Pero tratándose de un cuartetero, es poco menos que una rareza, si se tiene en cuenta que nuestra música regional ha sabido conservar su dimensión industrial al margen de la demanda porteña.

Lo de Rodrigo, entonces, es extraño, porque recorrió el camino inverso de cualquier “negrazón” que canta. O, mejor dicho, inventó un nuevo camino desafiando los cánones de promoción del negocio musical cordobés.

Una breve biografía señalaría que Rodrigo es hijo del fallecido Pichín Bueno, ex presidente de la CBS muy respetado en el ambiente (“nunca utilicé su nombre en mi propio beneficio”, afirma el cantante). Se fue a Buenos Aires hace 10 años, se mezcló con los bailanteros estableciendo siempre las diferencias entre lo artificial y lo creíble, firmó contrato con la etiqueta nacional Magenta, cantó ininterrumpidamente y editó discos con suerte despareja.

Nada en su vida artística fue demasiado original hasta que los astros se reordenaron y una conjunción de look canchero, melodías certeras e historias simples lo llevaron a la cima. La cima significa haber empezado este 2000 con su cara en las portadas de todas las revistas del país y con sus temas sonando en las radios. También, haber llegado al triple platino con A 2000, su último disco.

En relación a los fenómenos populares siempre existen versiones o rumores que exigen confirmación. Los de Rodrigo dicen que cuando intentó mezclarse en el circuito de clubes cordobeses, varios de los peces gordos del cuarteto lo habrían boicoteado. O, peor, lo habrían “apretado” para que desista con su política de penetración.

Al ser consultado por La Voz, el cantante peliceleste no le dio crédito a esta versión ni la desechó de plano. Sólo contestó:”Soy un reo y sé que para salir adelante hay que tener mucho huevo”.

Así de polvorita y verborrágica es la versión 2000 de Rodrigo, que ya tiene asegurado cinco actuaciones en el Luna Park (del 6 al 11 de abril), una visita a La Habana para visitar a Maradona (le mostrará un tema que le compuso, que aquí reproducimos aparte) y varios proyectos de índole antropológica. ¿Qué significa eso?

Con acento pedagógico, Rodrigo lo explica:”Quiero rescatar el sentido de nuestra música, enseñarle a todo el mundo que el cuarteto viene de los inmigrantes italianos que se establecieron en Córdoba y que nuestra tonada surge de los comechingones”.

“Para eso, voy a hacer un disco con Carlitos Rolán y Eduardo Gelfo y lo voy a ir a mostrar por España e Italia. También estoy escribiendo un libro. Se va a llamar Dios, Patria y la Mona Jiménez. Lo tenía casi terminado, pero tuve que interrumpirlo porque tenía que empezar a hablar de mí. Y eso me cuesta”, completó.

–Parece que en Buenos Aires trabajar te costó menos que en Córdoba.

–Es que se me respetó más en Buenos Aires que en otros lugares. Los resultados están a la vista: trabajé y puse el cuarteto donde merecía estar. Nunca el cuarteto tuvo una tapa de la revista Gente o Caras, ni un informe en Noticias. Hoy, soy el cordobés más famoso. Que le toque a quien le toque, pero yo me rompí el c… para serlo.

–Insistimos, ¿en Córdoba no se te respetó?

–Mirá, yo respeto a los grandes del cuarteto, pero es indudable que cuando empecé a trabajar en Córdoba mucha gente se sintió incómoda. Sé que pensaron “qué se cree este mocoso de porquería para venir a quitarnos el laburo”.

–Y ahora que las tenés a todas, ¿sentís sed de revancha?

–No es una cuestión de revancha sino de lo que la gente elige. Y eligió a Rodrigo. No tengo sentimiento de revancha porque no me enojé nunca con nadie. En todo caso, me enojé conmigo porque no supe convencer a Córdoba de que yo era valioso. Pero también se tendrían que haber dado cuenta de mi potencial, y no molestarse por mi aparición. En el cuarteto hay gente que quiere ser Ariel Ramírez: quedarse una vida tocando sin decir nada.

–¿Y creés ser distinto al resto de los cuarteteros?

–Me comparan con un montón de gente pero no soy el heredero de La Mona ni soy el nuevo Sandro, como dicen. Yo sólo estoy peleando por el lugar de Rodrigo. Estoy peleando, dentro del cuarteto, por el lugar que merezco. A lo mejor soy en el cuarteto lo que Soledad en el folklore: el pibe que enquilombó todo con pelos de colores y una personalidad creíble.

–Siempre te diferenciás de los bailanteros diciendo que cantás en vivo y que creás melodías originales, ¿cómo componés?

–Compongo en cualquier momento. Suelo estar acostado y se me ocurre una melodía, ¡pumba!, me levanto y la escribo. También sé cuando una canción es buena, algo que en Córdoba todavía no lo ven. Por ejemplo, el tema 840, que yo canto, es de Bam Bam Miranda (percusionista de la Mona);él se lo llevó a un cantante muy conocido de Córdoba y éste le dijo “el estribillo no sirve”. Cero visión.

–Volviendo al hecho de “cantar en vivo”, ¿cómo hacás para tener sonido en los nueve escenarios que ocupás en una misma noche?

–Todo lleva un entrenamiento. Nosotros llevamos 10 años en Buenos Aires. De los cuarteteros de Córdoba, nadie puede hacer nueve shows en Buenos Aires. Yo los hago; empiezo a las nueve con dos juegos de escena. Se arma el primero y el segundo en distintos lugares; terminado el primer show, se desarma el primero y se lo utiliza para el tercer espacio, y terminado el segundo show, se lo arma en el cuarto salón. Acá la gente está acostumbrada a eso, pero en Córdoba sería una falta de respeto que lo hiciera. Las únicas veces que toco para un lugar exclusivo es para mi aniversario musical (el 5 de abril, que lo voy a pasar en el Luna Park, gracias a Dios, a la Virgen y a mi papá) y para mi cumpleaños, el 24 de mayo. Los de los nueve shows es parte de un deporte. Estoy seguro de que hay gente en Córdoba que no puede hacer esto. No por una limitación musical sino física. Y yo voy a Córdoba, toco en un solo lugar y me aburro porque estoy acostumbrado al agite. Vivo a mil.

A dos mil Rodrigo, a dos mil.

Más información

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