El Cronista @cronistacom: Inflación y déficit: Wall Street no compra la «magia» del próximo presidente

Inflación y déficit: Wall Street no compra la «magia» del próximo presidente

En 1983 nos decían que con la democracia «se come, se cura y se educa». Y hoy, 22 de mayo de 2023, a casi 40 años de semejante afirmación, los argentinos se encuentran con una economía sumamente deteriorada, con una incapacidad crónica para crecer y generar riqueza, con una inflación que cómodamente corre a tres dígitos y con un riesgo país que descuenta una reestructuración potencialmente inminente, de hecho, la prima de riesgo soberano argentino se ubica entre las más altas del mundo emergente. 

En esta coyuntura veo mucho compatriota esperanzado por lo virtuoso de nuestro futuro. Sin embargo, los mercados financieros que lo anticipan todo cargan en bonos argentinos tasas de retorno que superan el 40%. ¿Cuál es entonces la anticipación de lo formidable que se nos viene? ¿Wall Street será tonta por no darse cuenta?

A cada propuesta opositora debiera calculársele su respectivo «mark to market». El «mark to market» es un principio que se aplica en mercados financieros desde antaño: significa valuar las cosas a la realidad actual, libre de supuestos mágicos. 

Sería muy útil entonces calcular el «mark to market» de toda propuesta opositora para ver las consecuencias que las mismas podrían tener sobre los argentinos a valores de hoy e ir siguiendo su evolución de acuerdo a cómo vayan cambiando las cotizaciones de los activos argentinos en la medida que nos acerquemos a enero 2024, fecha en donde probablemente tengamos fuegos artificiales en la economía argentina. 

El problema argentino es fiscal, la cirugía pasa por ahí, y no veo a ningún opositor que diga a quién va a llevar al quirófano porque obviamente dicha decisión resta votos, los cuales son claves en un año electoral. 

  El próximo presidente de los argentinos enfrentará la coyuntura más compleja que jamás hayamos tenido.  

Dolarizar la economía argentina implica absorber circulante + pasivos BCRA que son aproximadamente pesos 20 billones, con reservas líquidas que no superan los son USD 1.000 millones. Entonces, ¿a qué tipo de cambio se realizaría? ¿Cuál es el «mark to market»? 

En finanzas, es indispensable ponerle precio a las cosas, pero en la Argentina de hoy tenemos a toda una nación discutiendo la economía que se nos viene «sin precio». Reconocer que las estrategias hoy propuestas «no cierran» pero en 2024 sí lo harán porque se nos viene una lluvia de dólares me parece, a esta altura de las circunstancias y con toda nuestra historia, un supuesto inocente.

El próximo presidente de los argentinos enfrentará probablemente la coyuntura más compleja que jamás hayamos tenido desde 1983, por lo que sus desafíos serán múltiples y no solamente se refieren a dilemas económicos. 

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Respecto a lo estrictamente económico, el próximo mandatario tiene varios frentes adversos: gasto público en exceso, pasivos remunerados en el BCRA creciendo preocupantemente, inflación que supera el 100% anual, una economía con crónica tendencia recesiva y desempleo, una carga fiscal en máximos históricos, un sistema hiper-regulado, una deuda que descuenta reestructuración inminente, atraso cambiario e inflación contenida, cepo, etc. Y podría seguir con una larga lista de dilemas que venimos acumulando y exacerbando desde 1810. 

Todos estos dramas podrían ser «resueltos en la comodidad de un Excel», pero queda claro que la coyuntura social y política de nuestro país es muchísimo más complicada a lo que podría sugerir la simplicidad de un monitor de computadora.

En esta coyuntura tan compleja, el desafío del próximo mandatario no solo será el de resolver semejante drama sino, al mismo tiempo, lograr el consenso de una sociedad que deberá ser ajustada en varias dimensiones a los efectos de encauzar nuevamente un sistema económico que funciona literalmente al revés desde hace muchos años. 

Hoy por hoy, la Argentina tiene cerradas las puertas al financiamiento externo.

El mundo nos viene mirando y viene observando el deterioro permanente de un país que nunca puede dirimir sus problemas y, en este frente, es altamente probable que nuestro próximo presidente enfrente a un mercado internacional que esta vez, antes de confiar en la «nueva Argentina», exigirá resultados contundentes, o sea, Wall Street le ejercerá un cruel «mark to market» al próximo presidente y separará la ilusión de la realidad.

Hoy por hoy, la Argentina tiene cerradas las puertas al financiamiento externo, tanto al «benévolo» en manos de la burocracia del FMI como el «pragmático» en manos de Wall Street. 

De alguna manera, el mercado internacional viene disciplinando a la Argentina en su crónica costumbre de gastar de más y esta restricción no le cambiará inmediatamente al próximo presidente. La lluvia de dólares que pulula en la imaginación de algunos políticos opositores es solo eso, una formidable nube de delirios que no se condice con la fría realidad que encontraremos en 2024. 

El mundo ya conoce nuestra crónica incapacidad de cambiar, nuestra crónica costumbre de oponernos a los sacrificios que exige una modificación estructural de todo nuestro sistema económico, por lo que la Argentina del 2024 será recibida en el mundo con una cascada gigantesca de dudas y, mientras dichas dudas existan, nada mejorará en esta Argentina.

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De esta manera, parecería quedar claro que el verdadero desafío del próximo presidente no es económico sino político. El flamante mandatario recibirá una nación en llamas y, en dicha coyuntura, deberá anunciarles a los argentinos una multiplicidad de ajustes fiscales y estructurales pretendiendo al mismo tiempo no perder apoyo político. 

¿Cómo hace un político para ajustar y al mismo tiempo seducir a su electorado? Un electorado que se caracteriza por bajar el pulgar al mínimo sacrificio requerido votando al de enfrente y esta vez, debido a la acumulación de problemas no resueltos, el sacrificio necesario para revertir esta realidad será históricamente alto. De esta manera como nunca antes, el próximo presidente deberá preservar apoyo social ante el ajuste fiscal más severo que hayamos implementado desde 1810.

De esta manera, el dilema del próximo será la supervivencia en dos frentes. Primero, si decide hacer la plancha como algunos opositores ya están sugiriendo, el mercado le hará el ajuste y las consecuencias serán alarmantemente licuatorias, ¿cómo le explica eso a los argentinos? 

Segundo, si decide ir por un ajuste pleno a todo el sistema encontrará una resistencia inmediata de por lo menos la mitad de un país que, directa o indirectamente, vive del Estado, ¿cómo le explica eso a los argentinos? Difícil, la tiene muy pero muy difícil.

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