El vértigo político potencia las indefiniciones
el país.
Corren tiempos de precandidaturas y de teorías políticas frente al desinterés de un electorado bonaerense más inquieto por el contexto inflacionario y la pérdida del poder adquisitivo del salario que por el destino final que deparen las elecciones de este año.
La carta de Cristina Kirchner renunciando a toda candidatura, aunque previsible, detonó una vez más, la interna del oficialismo, que ahora deberá encontrar algún elemento ordenador que evite la diáspora tan temida.
Con un presidente Alberto Fernández debilitado por la gestión cotidiana y que ya hace un tiempo bajó su propia candidatura, y sin la vice en la escena electoral, rápidamente el Frente de Todos deberá encontrar, a través de un candidato único o mediante las PASO, un nuevo norte al cual aferrarse. Es que el peronismo, casi como ningún otro espacio político, necesita de un liderazgo fuerte para poder ordenarse y marchar, sino se desborda para todos lados.
Hoy no hay un conductor de tormentas a la vista, a excepción del ministro de Economía, Sergio Massa, que por el momento se encuentra más ocupado en no ser devorado por la ola inflacionaria y en contener las corridas del dólar, que en pensar cómo hacerse de los controles partidarios.
El FdT se encuentra en pleno proceso de reordenamiento, pero con una elección encima como única certeza electoral. Tanto Massa como el kirchnerismo saben que, para tener alguna chance, no pueden desangrarse en una interna que no amplíe la base del espacio gobernante. Paradójicamente los números de las encuestas le sonríen a quien aún no ha dicho que quiere ser candidato, y que a diario debe lidiar con los números de la economía.
En la provincia por ahora todo parece estar más despejado, con el gobernador Axel Kicillof enfocado en su candidatura a la reelección, haciendo oídos sordos a quienes quieren darle una “salida” para competir por la postulación presidencial.
Tampoco definió, por el momento, si desdoblará o no la elección bonaerense, en una jugada difícil que, de darse, busca consolidar el poder territorial del oficialismo en el principal bastión electoral. “Buenos Aires contiene casi un 40 % del padrón”, argumentan en la calle 6.
Es bastante complejo cambiar las reglas faltando poco tiempo para las PASO. Pero fue el propio Kicillof quién jugó con la idea de plebiscitar su gestión, básicamente por la fuerte inversión en materia de obras de infraestructura en el conurbano y en el interior bonaerense.
En ese contexto entiende que es necesario discutir el modelo de Provincia, que, a veces, se ve “opacado” por la agenda porteña. “Para llevar adelante esa discusión, necesitamos dos cosas: militancia y unidad”, sintetizó.
Por las dudas, legisladores de Juntos por el Cambio salieron a reclamarle al gobernador que deje de manipular la fecha de los comicios bonaerenses, entendiendo que el cristinismo quiere “usar la Provincia de guarida porque saben que pierden la elección por la Casa Rosada”.
Es que ante la casi inevitable derrota nacional, la estrategia del oficialismo pasa a ser defensiva, tratando de sostener lo que se tiene en las provincias y los municipios, dejando para el final la pelea nacional.
Ir enhebrando triunfos parciales, como los recientes en Salta, La Pampa, Tierra del Fuego y, parcialmente, en San Juan, que desgasten a la oposición, y decanten en un mejor escenario para las presidenciales.
En el mapa bonaerense, en este año “bisagra” como lo define Kicillof, el FdT tiene “dos ventajas muy importantes” en vísperas del nuevo turno electoral.
“Nuestro pueblo vio cómo la oposición gobernó hace poco más de tres años: no cumplieron con nada de lo que prometieron y nos dejaron una Provincia y un país destruidos”, remarcó.
“Además, a diferencia de lo que hicieron anteriormente, ahora se sacaron las caretas. La derecha tiene muchos candidatos, pero un solo proyecto: el ajuste”, esgrimió, poniendo la lupa sobre el armado de JxC.
Asimismo el gobernador señaló que “hemos tenido que gobernar con tres cepos que nos dejó el macrismo: una deuda inmensa; el FMI que busca condicionar las políticas; y una Corte Suprema que se arroga las facultades para intervenir sobre las autonomías provinciales y la distribución de los recursos”.
Igualmente la oposición no parece necesitar de ayuda externa para desgastarse. La interna del PRO finalmente comenzó a derramar incertidumbre hacia abajo, cuando parecía que en la Provincia y en los municipios estaba todo más claro.
Hace rato que todos tienen claro dentro de Juntos que la contienda entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich es un hecho. Pero también coincidían en la necesidad de un único candidato a gobernador, y sin internas en los distritos donde son gobierno, para pelear con chances la carrera a la gobernación. Ahora esas certezas volaron por los aires, y la pelea amenaza con ser total, tanto en la Provincia como en los distritos.
Larreta ya movió a su delfín Diego Santilli para la pulseada por la gobernación. Ahora falta que muevan sus piezas los “halcones” de la exministra Bullrich.
Algunos “pensadores legislativos” buscan lugar para el radicalismo, para no descartar del todo un escenario de fórmulas cruzadas entre el PRO y la UCR, antes que el libertario Javier Milei que, sigue creciendo en las encuestas, pueda poner en marcha la “ambulancia” para levantar heridos por distintas pujas domésticas en la coalición opositora.
De todos modos, y antes de que la sangre llegue al río, por estas horas algunos insistían con las gestiones para desactivar la competencia bonaerense, pensando en que la verdadera batalla electoral será el 22 de octubre, contra el peronismo K.
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