La Voz del Interior @lavozcomar: Elvira Sastre abraza el universo que llevamos adentro

Elvira Sastre abraza el universo que llevamos adentro

El jueves pasado, Elvira Sastre se presentó en Córdoba por segunda vez y confirmó mi teoría de que el amor a distancia existe (y es muy bonito). Es increíble como después de tantos años sin verla en vivo nos siga enamorando con cada melodía.

En la última entrevista que dio a este medio, la española dijo que la poesía no salva, sino que acompaña. Al principio no logré entenderlo con claridad hasta que la vi sobre el escenario, tan sincera, tan cálida y tan compañera. Su serenidad al recitar se mezclaba con los acordes y sonidos de Manu Míguez y la escena se convertía en una silueta de colores que abrazaba al público.

La soledad es un sentimiento que nos pesa el alma. Se espesa con los días y se vuelve insostenible con los años. Encontrar algo o alguien que lo alivie es casi una aventura de vida. Cuando las luces iluminan el camino, la sensación de contención produce alivio y un llanto infantil que nos desnuda.

La poesía de Elvira es una de esas luces en el camino de muchas personas. No importa que esté del otro lado del mundo, su empatía por el mar, los perros, las personas mayores, el feminismo, el amor y tantos otros temas (que a veces nos desvelan noches enteras), traspasan fronteras y son como nenúfares en nuestras aguas más profundas.

Si la sororidad tuviera cuerpo, las estrofas de Sastre serían sus brazos para abrazar el universo que llevamos adentro. Por alguna razón, el show que trajo a Latinoamérica tomó forma de mujer y se cargó un rato todo el pesar de las almas que presenciaron su arte por algunas horas.

Es verdad que lo que hace no es imposible y que otras poetas podrían animarse a experimentar de la misma forma, pero hay que reconocer algo: ella nos atrapó por su esencia, su verdad, su lucha y su pasión por las cosas que nos rodean y movilizan a diario. Ella escucha las historias de sus seguidores, las vive como si fueran propias y las lleva por el mundo en su mochila de experiencia.

Durante el recital que dio en Quality Espacio, la poeta contó la historia de una de sus lectoras y su abuela, aquella que inspiró Dime, Carmelita. También leyó un texto inédito sobre la belleza de su madre y remarcó la historia de las mujeres argentinas que llenan las calles, el Congreso, los libros y los bares con sus potentes discursos para reclamar sus derechos cada año.

Elvira puede concentrar relatos sociales que nos conmueven, que nos hacen parar la pelota y cuestionarnos: ¿Para qué estamos hoy acá?

Esa capacidad de la poeta es un regalo que nos tendríamos que hacer alguna que otra vez, ya sea escuchándola en vivo, a través de Spotify, leyendo sus poemas en libro o pescando algunos que viajan por Internet. Sastre es un templo de paz literario. Es un lugar para llorar y liberar presiones, abrazarse y abrazar a otros, sentirse acompañada y acompañar. En definitiva, es bailar la poesía.

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