Milei y la catástrofe que busca evitar el PRO, la pelea Bullrich-Larreta y el laberinto del Gobierno
Cuatro años después de la última y fuerte discusión Mauricio Macri recibió a Emilio Monzó en la casa de Jorge Triaca. Amigos en común venían oficiando de Celestinos entre el expresidente y el exjefe de la Cámara de Diputados que transitó el final del gobierno de Cambiemos ‘cancelado’ por la aversión macrista al diálogo y la ‘rosa política’. No los volvió a unir el amor sino el espanto frente al avance de Javier Milei que a los ojos del líder del PRO pasó de ser un estratégico aliado a posible verdugo de Juntos por el Cambio en las elecciones 2023.
Las encuestas que circulan pero que no se muestran, las más costosas por ser presenciales, preocupan por igual a oficialismo y oposición. En algunos puntos de la provincia de Buenos Aires el libertario arrastra a la mitad de los jóvenes de entre 16 y 25 años y se mantiene creciendo en otros segmentos etarios.
Varios consultores advierten que Milei capitaliza el enojo y resta votos a la principal oposición, mucho más que a cualquier otra fuerza política aún cuando acaba de romper casi todos los lazos con las provincias a excepción de Ricardo Bussi en Tucumán y Martín Menem en La Rioja.
¿Cómo puede prometer un gobierno estable sin gobernadores, senadores ni diputados nacionales? ¿La política está a tiempo de frenar al fenómeno Milei? ¿Qué sucedería el día después de un eventual triunfo o incluso si aún sin ganar se quedara con un segundo puesto y relegara al Frente de Todos o a Juntos por el Cambio?
«Estamos a tiempo», fue el lema de esta semana de la CGT que hizo guiños a Sergio Massa y a Horacio Rodríguez Larreta, los más pragmáticos y hasta amigos entre ellos en cada una de las fuerzas mayoritarias.
Los radicales están preocupados. En el PRO están preocupados. Y Cristina Kirchner también, a pesar de gritar «qué me jodés con que te tenemos miedo». Le dijeron «desquiciado», le dijeron «mamarracho» y pusieron a todos sus economistas a trabajar para demostrar la gravedad que significaría para el país avanzar con la dolarización, quemar el Banco Central o perder la capacidad de diálogo político.
Sólo Patricia Bullrich, única ausente junto con Macri en la reunión de esta semana de Juntos por el Cambio, promete cuchillo en la economía y la política. A la reunión de Larreta con los líderes de la CGT le respondió con promesa de reforma laboral. Otra cosa, advirtió, sería una «rendición» frente a «intereses corporativos».
Por el contrario el jefe de gobierno está convencido de que no hay chances de meter cuchillo si no hay alianza con los principales actores políticos, empresariales y sindicales. Se lo prometió a los cegetistas Héctor Daer, Carlos Acuña, José Luis Lingieri, Jorge Sola y Andrés Rodríguez. En la Ciudad insisten en que no habrá gobernabilidad sin un amplio acuerdo político. De todos modos el porteño da señales de dureza con promesas sobre los límites a los planes sociales y devolución de impuestos a la clase media.
Entre uno y otro campamento del PRO Monzó se calzó el casco blanco con la misión de mantener unido al frente opositor para prevenir una catástrofe. Como Bullrich, cree que en diciembre habrá que encarar reformas profundas. Pero como Larreta está seguro de que no serán posibles sin negociación. Va y viene entre ambos precandidatos y colabora con los equipos de los dos. Obvio, no todos le confían. Él, los asusta: sin unidad Juntos por el Cambio corre riesgo de perder la elección.
Monzó carga con un fracaso personal: no pudo convencer a Juan Schiaretti ni a Juan Manuel Urtubey de que ya no es tiempo de sostener una avenida del medio que se estrechó con el avance del libertario. Igual siguen hablando.
Esas encuestas que circulan y no se publicitan muestran el sube y baja electoral: cada vez que hay una pelea en Juntos por el Cambio se beneficia Milei.
Crisis en Córdoba con fuga del PRO
La interna entre el cordobés y el salteño le resta a Juntos por el Cambio en Córdoba, provincia en la que Macri construyó su triunfo electoral de 2015. Lo mismo podría ocurrir si hay más de un candidato para la gobernación de Buenos Aires y en los municipios que gobiernan. «Si el kirchnerismo se queda con la Provincia será difícil avanzar con transformaciones» se oyó a Monzó en su condición de exarmador de 2015.
La Mediterránea, donde el Frente de Todos no hace pie, es el peor ejemplo de esta semana para la oposición. El presidente del PRO cordobés saltó como candidato a viceintendente de Hacemos por Córdoba, el espacio de Juan Schiaretti. Las elecciones son desdobladas pero desnudan la incapacidad de acuerdos políticos puertas adentro de Juntos por el Cambio.
Luis Juez y Rodrigo De Loredo repartieron espacios, uno como candidato a gobernador y el radical como candidato a intendente de la Capital, con la obsesión de ganarle al peronismo. Pero volvieron a dejar afuera a Javier Pretto a quien ya habían castigado en 2019 por su cercanía con Nicolás Massot que terminó con un exilio interno en Tigre y volviendo a empezar desde la pelea por ser concejal. Macri también se juntó con Juez y pactó silencio.
A riesgo de desdibujarse Rodríguez Larreta teje y trabaja para no dejar heridos. Este sábado desayunó con María Eugenia Vidal después de que la exgobernadora depusiera su intención de ir por la presidencial y despejara, un poco, el escenario. Después se fue a una pizzería en Coghlan con Martín Lousteau, el cuco del PRO como aspirante a jefe de Gobierno.
Contra todas las quejas el jefe de Gobierno se mostrará con el senador y economista una vez por semana. Todavía Jorge Macri y Fernán Quirós comparten la línea de largada del PRO. Prometen que sólo se inscribirá uno de los dos para frenar al hombre de Evolución UCR.
¿Cristina candidata?
En el Frente de Todos nada puede salir peor. Desde el yerro del anuncio del Indec por postergar la difusión de la inflación a las peleas en el entorno del Presidente durante la visita a Lula da Silva en Brasil. Todas señales de debilidad. temor a una derrota y falta de conducción.
En paralelo Cristina Kirchner sigue siendo sobreinterpretada. Su última palabra fue que está inhabilitada para una candidatura. Sin embargo la mesa de Ensenada donde confluyen los dirigentes más cercanos a ella sigue trabajando el operativo clamor, acto del 25 de mayo incluido.
El hermetismo es tan grande, y habitual, en el entorno de la Vicepresidenta que generó desconcierto el comentario del periodista Gustavo Sylvestre respecto a que ella ya había decidido lanzarse por la presidencial. Lo mismo el comentario de Oscar Parrilli sobre la posibilidad de que haya PASO. «No se van a enterar por un periodista», bromearon los que la frecuentan.
Sin definiciones todo es posible. Las dudas persisten: ¿Tiene que haber candidato único o ampliar con varios candidatos en la PASO? ¿Cristina Kirchner es la única que puede enfrentar a Milei y a Bullrich? ¿Cristina Kirchner tiene que bendecir a alguien 100% K como Axel Kicillof o tiene que ir otra vez por un dirigente con otros vínculos como el ministro Sergio Massa?
Hasta el 16 de mayo cuando se reúna el Congreso del PJ, falta unidad y estrategia.
Un ejemplo del desconcierto: hace una semana Julián Domínguez le dijo a esta periodista que Cristina Kirchner es la mejor candidata a presidenta del oficialismo Este sábado por CNN contó que «nuestra gente quiere que Cristina sea candidata a senadora en la provincia de Buenos Aires».
A la misma hora José Mayans, jefe del interbloque de senadores del Frente de Todos, respondía en Radio 10 que para frenar el avance liberal no hay nadie mejor que la Vicepresidenta: «Cristina le haría bien al país, no hay mejor candidata que ella». Desde el Senado, búnker kirchnerista, se difundió la entrevista.
Sin noticias nacionales, su gobernador y referente político, el formoseño Gildo Insfrán, es uno de los que por las dudas desdobló la elección.
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