La grieta y el cisne negro, de dónde vienen esos conceptos
El poeta romano Juvenal (60-128) expuso la idea del cisne negro como un evento de imposible aparición ya que, para el mundo occidental, los cisnes negros no existían hasta fines del siglo XVII, cuando exploradores ingleses los descubrieron en Australia.
Bajo este concepto, el filósofo y matemático libanés Nassim N. Taleb (1960), desarrolló la teoría ‒expresada en metáfora‒, del cisne negro como un hecho sorpresivo, de gran impacto y que, una vez pasado, se racionaliza por retrospección haciendo que parezca explicable y predecible.
Ejemplos de cisne negro
Ejemplos del fenómeno de cisne negro serían el inicio de la Primera Guerra Mundial, internet, los atentados del 11-9 o la pandemia de Covid-19; también una brutal suba en la cotización del dólar, muchas veces “explicada” por causa “x” (o también por su contraria).
Un típico ejemplo de cisne negro ocurrió en 2003, cuando fue capturado Sadam Husein, y la agencia Bloomberg News informó a las 13 del día del hecho: “Suben los bonos del Tesoro de Estados Unidos, debido a la captura de Husein…”. El mismo día, a las 13.15, la misma agencia informó: “Caen los bonos del Tesoro de Estados Unidos porque la captura de Husein aumenta el atractivo de los activos de riesgo”. La misma captura explicaba el hecho y su opuesto.
Taleb resume el fenómeno con fundamento matemático y estadístico, como la tendencia humana a sobrevalorar la causalidad, subestimar la complejidad y creer que el mundo es más explicable de lo que es, buscando fundamentos cuando no existen.
“Una pequeña cantidad de ‘cisnes negros’ ‒expresó Taleb‒, explica casi todo nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y las religiones, la dinámica de acontecimientos históricos, hasta los elementos de nuestra vida personal. Y todo ello porque se generaliza a partir de datos parciales y se asume que hechos pasados pueden mostrar una idea del futuro”.
La forma de razonar de la mente humana acepta poco la incertidumbre, no suele enfocarse en sus fuentes y necesita números para aferrarse, como a una verdad revelada. Estos argumentos fundamentan la crítica de Taleb a la estadística convencional, al mencionar que la campana de Gauss y sus expresiones ofrecen tanto la narrativa como los deseados números.
Pero el problema surge cuando se comprueba que el funcionamiento de la naturaleza generalmente no es lineal y su complejidad no siempre abarcable, y se descubre con horror que el ropaje matemático y estadístico, como los del emperador del cuento de Hans Christian Andersen, no cubre su desnudez.
La famosa grieta
La grieta, en América, se inicia desde su “descubrimiento” a fines del siglo XV, sin considerar previas fracturas autóctonas entre culturas originarias. El concepto es parte del sistema educativo que, tanto en América latina como en el Primer Mundo, suele presentar la historia sobre bases maniqueas y divorciada del resto del planeta.
Un mundo cuya historia no transcurre con homo sapiens buenos y malos, como se suele pretender, sino con todos los atributos entre lo excelso y lo horripilante, con frecuencia sin ser consciente del amplio abanico.
Que una especie evoluciona en la dirección más exitosa, es algo que no convence, desde que los dinosaurios dominaron el planeta por 140 millones de años y el ser humano es parte de este microcosmos en los últimos 200 mil años. Y no parece que haya resultado muy bien.
Desde la arcaica lucha con palos hasta la bomba atómica, el ser humano ha combatido consigo mismo desde el individualismo, alimentando la omnipotencia de creer que algunas enfermedades le son exclusivas, mientras se descubre cáncer en dinosaurios de hace 80 millones de años… Pero esa es otra historia.
El conflicto del individuo versus el grupo lleva a reclutar adeptos, socios, subordinados o cómplices para sus fines ‒conscientes o no, por acción u omisión‒. Y esto, parece haber existido siempre, desde el primigenio grupúsculo prehumano, pasando por los imperios históricos, hasta el actual poder fáctico global.
Y la gran estrategia del autopercibido dominador es “dividir para reinar”, lo que remite a la famosa grieta, de la que sobran ejemplos en todas las épocas y geografías. Como ejemplo, el viejo concepto de “patria grande”, que parece mantenerse en una brillante oscuridad.
Un cisne en la grieta
¿Hay convergencia entre los fenómenos del cisne negro y la grieta? La psicología y la praxis observacional dirían que sí. De hecho, ambos calificarían como hechos repentinos, conflictivos y ‒a posteriori‒ justificables y previsibles.
Además, compartirían un trastorno de identidad disociativa (o personalidad múltiple), donde los aspectos disruptivos se separan de la conciencia, lo que da como resultado dos personalidades que conviven y actúan independientes en la misma persona.
Por un lado, un mayor grado de elaboración y autonomía en la personalidad funcional, obediente y “normal” (cisne blanco o “voto por x”), mientras el otro lado se mantiene en la sombra, con emociones traumáticas, tristeza o rabia explosiva (cisne negro o “voto por z”).
Es un fenómeno más frecuente de lo que se piensa y que no debería alarmar, porque los seres humanos pueden ser más o menos maniqueos en algún momento. Pero, a no preocuparse, todo esto puede ser sólo una frívola lucubración de este autor.
* Profesor emérito (UNC)
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