Entrevista a Damián Szifron por el estreno de Misántropo: La sociedad norteamericana no me hizo feliz
Damián Szifron (1975) luce distendido y jovial en la habitación dispuesta para prensa del hotel Four Seasons porteño, a pesar de la extensa ronda de periodistas que se turnan durante el día para entrevistarlo. No es para menos, ya que el director argentino no estrenaba película desde la lejana y taquillera Relatos salvajes (2014), que marcó récords y catapultó a Szifron al reconocimiento internacional.
Misántropo, flamante filme que desembarca en salas esta semana, es en ese sentido una continuación de ese salto exponencial y del desplazamiento geográfico e industrial del realizador a terreno norteamericano. De demorado estreno por razones varias, Misántropo se asume un policial crudo que pone en escena a Shailene Woodley (también productora) y a Ben Mendelsohn como un aguerrido dúo de agentes policiales de Baltimore. Su objetivo es darle caza al misántropo del título, un francotirador outsider encarnado por Ralph Ineson que deja al comienzo de la historia una friolera de 29 asesinatos.
Incómoda tanto por el retrato empático de su homicida como por la caracterización de un sistema policial deficiente y obsesionado por la vigilancia, Misántropo tuvo reparos de los productores cuando estalló una ola de asesinatos en los Estados Unidos en simultáneo a la gestación de la historia. Szifron siguió sin embargo con la tarea junto al guionista Jonathan Wakeham y luego de un renovado retraso por la pandemia viajó a filmar en 2021 a Quebec (Canadá).
El resultado es un ajuste de cuentas definitivo de Szifron con el policial, que ya había abordado literalmente en la serie Los simuladores (fuente de su próximo proyecto cinematográfico) y en Tiempo de valientes (2005), ahora en impecable factura anglosajona. Si hasta se cuela un guiño a su entrañable debut El fondo del mar (2003) en la escena en que Woodley parece emular a Daniel Hendler cuando se sumerge catártica en una pileta. De la persecución artesanal entre un Ford Ka y un Renault Mégane (que conducía Gustavo Garzón) de esa película a los cardúmenes de coches policía de Misántropo se abre un abismo que solo explican las escalas del cine, pero Szifron dice seguir siendo el mismo.
“Lo más parecido a la vida son las muñecas rusas, las mamushkas. Yo sigo siendo el chico de 13, el de 5, el de 8, el de 10. Es más, investigando para un proyecto de ciencia ficción noto que hay determinados momentos en los que uno vive ciertos traumas para los que hay que generar herramientas nuevas para resolverlos. Lo que producen estos conflictos es un cambio de sistema operativo. Y ahí crecés. Entre el 0 y el 3 sos uno, a los 3 se te presenta una cosa que ¡crack!, te hace convertir en otra cosa, pero el anterior que eras sigue estando ahí. Es una capa arriba de otra capa arriba de otra. Yo estoy en ese sentido totalmente conectado con todas las personas que fui, que son la misma y al mismo tiempo no, porque tienen variaciones. Por supuesto que los temas se mantienen, pero a veces surgen miradas nuevas sobre los mismos temas”, reconoce el director mientras sorbe un mate en una silla, vestido con traje y jeans.
Y completa: “La conexión con el agua, con la nostalgia, viene de ahí. A mí también me hacía acordar a El fondo del mar esa escena de la pileta. Además pensando en los elementos el personaje de Shailene Woodley está conectada con el agua, con lo emocional, mientras que el de Ben Mendelsohn está conectado con lo racional, con el aire. El personaje de Jovan Adepo es más terrenal, un cable a tierra de acción, drama, logística, y el personaje del homicida es el fuego. Se me fue configurando eso y hay imágenes que refuerzan la idea. Ellos cuatro son el corazón de la película”.
-¿Qué te atrae del policial?
-Es un género que me impactó desde temprano. Creo que el primero que vi fue Halcones de la noche, con Sylvester Stallone y Rutger Hauer. Me acuerdo como si fuera hoy cuando vino mi viejo con el videocasete de AVH plateado y con letras negras, me compré ese VHS por Mercado Libre hace poco. Y después por supuesto todas las de Clint Eastwood, Harry el sucio, Magnum 44, Impacto fulminante, toda esa saga me encantó. Me atrae la idea de la aventura en la ciudad, la gente en peligro y el héroe tratando de eliminar ese peligro, la soledad en general de los policiales. Un momento que siempre me encanta es cuando el detective llega a su casa y está solo.
-¿En qué sentido?
-La soledad me parece interesante por alguna razón, y los héroes de los policiales nunca están casados. Me acuerdo que de chico me parecía lindo el momento cuando Clint Eastwood entra a su casa después de un día terrible, se acaba de agarrar a tiros con veinte tipos pero igual se sirve un vaso de whisky y pone un disco de jazz. Lo ves un momento ahí en la soledad del departamento y eso para mí tenía una poesía, una belleza, y era aspiracional. Es un género que siempre me impactó, y después la idea de una verdad oculta, de descubrir un crimen o a un criminal, creo que se asocia a un montón de cosas de la vida misma que no son un policial pero tienen su estructura. El tono también me interpela, hay algo de la lluvia, los pilotos, mucho de eso fue a parar a Los simuladores. No sé porqué pero asocio en gran medida el policial con la soledad en la gran ciudad.
Comentario social
-¿Cuánto de crítica a la sociedad se vislumbra en “Misántropo”?
-Definitivamente hay un comentario social, porque una cosa es la bajada de línea y otra que la película exprese ideas a través de conflictos, de diálogos, de situaciones que dan cuenta de un estado de cosas. Hay una visión del mundo, yo tengo 47 años y la memoria de haber vivido, leído, experimentado cosas, y obviamente la expreso a través de los personajes hasta cierto punto. Hay un momento en donde vos creás los personajes y después ellos hablan solos, y hay que dejarlos. No son marionetas, pueden parecerlo, la gente puede sentir que uno controla totalmente a los personajes pero no es así. Entonces sí hay una mirada crítica y hasta un elemento subversivo dentro de la película, en el hecho de que existe empatía con el villano y no con los representantes de la ley, de la autoridad. A nivel institucional no me siento representado por la policía como no me siento representado por la política o por la lógica corporativa. No me siento cuidado sino exprimido, negado en mis derechos, en mi libertad, en mi tiempo, en mis deseos, para beneficio de un grupo concentrado de poder. Todo eso se expresa en esta película.
-Seguís viviendo en la Argentina. ¿Cómo resultó la experiencia extranjera?
-Fue interesante pero dura, difícil, ni remotamente parecida a un cuento de hadas. Siento que desde afuera se puede ver como el sueño del pibe pero definitivamente no fue así, fue más cercano a una pesadilla de cabo a rabo. Cuando terminé de rodar y volví sentía que estaba regresando de la guerra. Quería ver a mi familia, estar en mi casa, con mis cosas, en un lugar con mi gente. A mí la lógica de la sociedad norteamericana no me hace feliz, la siento extremadamente hostil, competitiva, agresiva, donde la preocupación no es la felicidad, la libertad y la independencia del ser humano sino todo lo contrario. El ser humano es un cliente, un conejillo de indias o un animal en cautiverio a engordar y del que después extraer beneficios. Todo eso me tocó observar y reflexioné sobre eso y expresé esas cosas en esta película. El guion y la historia de Misántropo tienen que ver con mis viajes y el tiempo que pasé en los Estados Unidos a partir del estreno y la repercusión internacional de Relatos salvajes junto a la nominación al Oscar. Empecé a entrar en contacto con una sociedad que me generó esta historia. Ya analizaré por qué, qué fue lo que pasó, pero se me ocurrió hacer esto y no una comedia romántica arriba de un yate. Yo digo acá lo que me impacta, me duele o me perturba de estas temáticas.
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