“Amor es mirarse al espejo y no romperlo”: cuerpos, amores y cicatrices fuera de norma
En menos de un año, Amor es mirarse al espejo y no romperlo tiene un recorrido envidiable. La obra que nació como tesis de dos estudiantes de la Licenciatura en Teatro de la UNC en septiembre del año pasado hizo unas pocas funciones de estreno en La Nave, cruzó los Andes para presentarse en el Festival Internacional de Teatro de Buin, Chile; pasó hace pocos días por Río Cuarto como parte de la Fiesta Provincial del Teatro, entre otros eventos. En el medio, incluso estuvieron en Mar del Plata y La Pampa y ahora se presentan en La Cochera.
Amor es mirarse al espejo y no romperlo tiene su origen en Araceli Genovesio y Camilo Araya. Araceli es la única actriz en escena y la dramaturga, Camilo es el director. Juntos y en pleno proceso de tesis convocaron a Ailén Boursiac para la codirección y a Agustín Sánchez Labrador para el área técnica.
Araya cuenta que esta es una obra que nace de su interés por el biodrama y por contar la historia de Araceli “y su experiencia como adolescente con obesidad”. Pero va más allá: “Tratamos también de repensar el concepto de obesidad. Tratamos de trabajar la problemática desde la sociedad misma: cómo veía a la obesidad en la década del 2000. Cómo se consideraba el cuerpo, el cuerpo femenino sobre todo, y los cuerpos que salen de la norma hegemónica”.
“En la obra hay dos temas principales: por un lado, el cómo entendemos los cuerpos y cómo eso se transcribe a lo contemporáneo. La mirada del cuerpo obvio también ha ido evolucionando y hoy hay más amplitud de miradas, en el 2000 era más cerrado. Y por otro lado, la búsqueda del amor, de ahí el nombre de la obra. No solamente tiene que ver con el amor propio, sino también con cómo las cuestiones ligadas a las corporalidades empiezan a teñir la forma de encontrarnos con otros”, completa.
Araceli ya tenía base para su dramaturgia: “Había un texto que Araceli elaboró en una residencia y fue una gran base para el texto de esta obra. Cuenta cosas como sus relaciones con su cuerpo, el bypass gástrico que se hizo en la adolescencia, sus relaciones con el amor. El biodrama vino a encuadrar todo eso”.
Luego vinieron ejercicios en escena, improvisaciones y la mirada de los directores: “El trabajo desde la dirección fue muy inmersivo, tratando de acompañar desde adentro a Araceli e ir, a través de ejercicios, ir buscando cosas que pensábamos que podían salir. En la obra hay dos grandes confesiones. Queríamos que a través de un trabajo físico ella fuera expulsando todo eso”.
Biodrama y autoficción
Pero, con completa sinceridad sobre su proceso, Camilo cuenta que, en cierto punto, el biodrama empezó a quedarles corto, más precisamente a “aburrirlos”: “No queríamos caer en una victimización de todo lo que había sucedido, sino una reflexión y también una obra de teatro que nos interesara y nos gustara, que la pasáramos bien haciéndola. Al hacer el vínculo con la autoficción, entendimos que al meter lo ficcional en la historia hacíamos que fuera universal”.
“Todo lo que sucede en la obra es real, todo pasa ahí, pero no todo lo de la historia es real: queremos que el espectador se quede con lo que sienta que fue real. Hay, por ejemplo, historias que Araceli cuenta como propias que son del resto del equipo, técnico incluido”, explica y, de paso, resalta: “En nuestro equipo somos cuatro y los cuatro la hicimos, no queremos que quede a un lado el trabajo con Agustín, que estuvo desde el principio y con mucho protagonismo”.
Hacer intervenir la autoficción y otras voces en la voz de Araceli fue la puerta de entrada para que su mensaje se multiplicara: “Nos pasó cuando empezamos con las funciones que nos dimos cuenta cómo el público se siente identificado, se acercan después a contarnos historias personales que no solamente tienen que ver con las corporalidades estrictamente. En las percepciones que uno tiene de su cuerpo siempre algo pasa, no hace falta identificarse con lo que les pasa a las personas gordas solamente. Y la obra hace lugar a todo eso”.
Araceli y los seres
En escena está Araceli. En ella, los “seres”, personajes que van apareciendo para poder contar la historia. Araya desarrolla: “Hay momentos más densos pero la obra está contada desde el humor. Empezaron a aparecer diferentes seres, así los denominamos nosotros, que hacían teatralizables las cosas que eran insoportables de decir desde un lugar más dramático para el espectador. Nuestro trabajo siempre tuvo en cuenta quién veía la obra. Es una temática compleja y desde nuestro lugar pusimos juegos de teatralidad pensando en el espectador”.
“Araceli atraviesa varios de estos seres para contar distintos momentos de su historia, que no es lineal en la obra, está fragmentada y se hila con distintos lenguajes: lo lumínico, lo sonoro y lo audiovisual, porque hay también videos de ella de adolescente, que permiten un vínculo entre todos esos personajes con la Araceli del pasado”, agrega.
Algunos de esos “seres” son “la gurú de las dietas”, “la madre”, o incluso “la concha y el clítoris”, que hablan. En las fotografías, se ven imágenes impactantes visualmente: “Usa las manos que hablan desde la entrepierna y una boca iluminada”.
Tanto desde la dramaturgia como desde la interpretación, Araceli está expuesta de mil maneras: “Mucho de lo que fue apareciendo nació de las improvisaciones. Cuando se le ocurrió de ‘la concha y el clítoris’ ensayando, inmediatamente dijimos ‘esto va’. Primero, Araceli se quería morir (risas), y nos preguntaba si estábamos seguros. Pero lo potenciamos y al final quedó en un momento clave de la obra, camino al clímax. Hay bastantes elementos a los que apostamos”.
“Siempre nos preocupamos por no ser pretenciosos y hacer una obra con la que la pasáramos bien, y creemos que está teniendo bastante repercusión justamente por eso”, cierra Araya.
Para ver
Amor es mirarse al espejo y no romperlo. Viernes 21 y 28 de abril en La Cochera (Fructuoso Rivera 541, Barrio Güemes ) a las 21.30. Entrada general $ 1.200, entrada para estudiantes $ 1.000. Disponibles en boletería del teatro. Reservas a los teléfonos: 3517861360 / 3517868195. Público: Mayores de 13 años. Duración: 50 minutos.
Dramaturgia y actuación: Araceli Genovesio. Dirección: Camilo Araya y Ailén Boursiac. Diseño de iluminación: Agustín Sánchez Labrador. Diseño y realización escenográfica: Agustín Sánchez Labrador – Ailén Boursiac. Vestuario: Emilia Leonardi
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