La Voz del Interior @lavozcomar: Cuando el enemigo está del mismo lado de la puerta

Cuando el enemigo está del mismo lado de la puerta

Ardua tarea la de gobernar un país como el nuestro cuando el adversario político es nuestro reflejo en el cristal. Complejo ha de ser tomarse el trabajo de confeccionar un plan, ya no con pretensiones estratégicas, sino tan sólo de cortísimo plazo, cuando desde el lugar en el que se tienen que tomar las decisiones existen sectores que apuntan en una dirección, y otros sectores, no menos importantes, que apuntan hacia el lado opuesto.

En este contexto, nos resultará imposible encontrar inversores que estén dispuestos a arriesgar su capital –circunstancia que nos permitiría que la Argentina volviera a generar empleos genuinos después de muchos años–, cuando ni siquiera el Gobierno tiene claros el escenario y el rumbo que tomará nuestro país en el tiempo que aún le queda de mandato.

Así transcurren nuestros días, buscando con ansias cierta normalidad que nos es esquiva, con infinitas dudas y muy pocas certezas. Cuando los desencuentros internos afloran a la vista de todos, en temas importantes como la aprobación en el Congreso de la Nación del acuerdo con el FMI o en temas delicados como el ataque con piedras al despacho de la vicepresidenta, nos marcan la gravedad de la situación institucional a la que nos pueden llevar si estos continúan magnificándose.

A pesar de los esfuerzos realizados por el presidente Alberto Fernández de negar una y otra vez los desacuerdos o, al menos, de intentar disimularlos, las diferencias existen y se van agigantando, transformándose en abismos tan grandes que parecería ser que ningún puente podría volver a unirlos, aunque tenemos claros ejemplos, no muy lejanos en el tiempo, de que es posible olvidar todas las diferencias cuando de ganar una elección se trata.

Mantener el equilibrio

Difícil el trabajo de nuestro presidente de intentar mantener un equilibrio entre las voces de su propio partido y las de la oposición, para así intentar que su mandato llegue a buen término y, al mismo tiempo, mantener intactas ciertas chances de ir por su reelección.

El primer mandatario se encuentra en el medio, entre el tironeo del ala dura de su gabinete, representado por sectores cercanos a La Cámpora, y una oposición que, cuando se mantiene unida, tiene el suficiente peso político para hacerse respetar y escuchar. Mientras tanto, los ciudadanos de a pie intentamos adivinar la dirección que tomará la pelota en su péndulo eterno, para así poder seguirla en su derrotero y no quedar fuera de juego en este partido que es, lamentablemente, la razón diaria de nuestras vidas.

La agresión de militantes encapuchados al despacho de la vicepresidenta de la Nación es de una gravedad institucional inusitada. La Justicia deberá establecer quiénes fueron los responsables políticos de la agrupación que los cometió y determinar si la agresión fue planificada. Claramente parece que estamos ante una interna del Gobierno nacional, de sectores que en algún tiempo pasado respondían al partido oficialista en su conjunto y que hoy sólo responden a cierta parte del Frente de Todos.

El ataque a una de las instituciones más importantes de nuestro país nos hace recordar épocas más violentas, días en los que el peronismo solía dirimir sus internas a sangre y fuego, en la calle, repartiendo esquirlas a la vista de todos los argentinos.

Ante los recurrentes cortocircuitos internos, el presidente Alberto Fernández, a través de sus emisarios, tiende puentes con sectores de la oposición que le permiten seguir gobernando y así no caer en una crisis institucional que termine por agravar la situación. En este escenario, la oposición sigue inmersa en su laberinto de infinitas voces, sin un claro liderazgo, pero actuando de manera unificada cuando se trata de temas trascendentes, como lo fue el acuerdo con el FMI.

De lado de la oposición

La falta de un líder que se destaque por sobre el resto, lejos de perjudicar a la coalición opositora, la fortalece, ya que son muchas las voces que afloran y muchos los cargos que estarán en juego en las elecciones de 2023. Desde la oposición, saben que la única manera de ganarle una elección al peronismo es manteniendo la unidad. Esa es su principal y, tal vez, única virtud; por esta razón la importancia de buscar los puntos que la unen más que discutir las múltiples diferencias que la separan.

En el medio de toda esta vorágine informativa, nos encontramos nosotros, los argentinos, en un año en el que no habrá elecciones, pero que arrancó como si las hubiere, lo que nos paraliza si proyectamos e imaginamos lo difícil que será atravesar 2023 con elecciones mediante.

Es de lamentar que, justo ahora que necesitábamos de un organismo de “resiliencia” que nos hiciera volver a sonreír, el Gobierno nacional ha decidido darlo de baja antes de que entrara en funciones.

* Contador, máster en Administración de Empresas

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