Fuerza Mayor, un grupo que se expresa a puro golpe de tambor
Fuerza Mayor es un grupo de tambores en Córdoba que rompe todos los estereotipos. Porque cuando hay que imaginar una formación de tambores el imaginario popular describe a jóvenes percusionistas que bailan al compás de la música. Pero al pensar en adultos mayores y sus espacios de pertenencia, la mente se imagina a los abuelos haciendo talleres de tejido al croché.
Fuerza Mayor nació en 2015 y barrió con esos preconceptos. Acá los percusionistas son 60 adultos mayores que tienen entre 60 y 88 años. Y para más, el 95 por ciento del grupo está compuesto por mujeres.
Desde su fundación, y particularmente durante la pandemia, el proyecto funcionó como un grupo de socialización. Pero la novedad es que ahora los adultos mayores aparecen con “terribles tambores” para irrumpir en la escena y “saberse artistas”.
Además, cuando el coronavirus comenzó a aparecer como una amenaza cierta para las personas de este rango etario, las reuniones virtuales pasaron a ser “espacios vitales”.
Así lo definió Lucas Esquivel, que días atrás cumplió 42 años. Junto a Mauro Capponi y Santiago Pozzo son los encargados de coordinar y fomentar el espacio. En la actualidad, Fuerza Mayor funciona en el Centro Cultural Córdoba y las reuniones se realizan una vez a la semana.
El 29 de abril se presentan en el Teatro Coliseo de Bell Ville, en lo que será la primera gira por el interior de Córdoba.
Pasar la pandemia con Fuerza Mayor
“Fue un proceso durísimo. No sé si tocábamos el tambor, pero nos encontramos a cantar. Hubo que enseñar a usar los canales de comunicación porque nuestro grupo está integrado por muchas mujeres solas. Fuimos generando una red de ayuda y alcanzamos los 35 conectados”, contó Esquivel.
Durante aquellas instancias, recordó el músico, hubo momentos para llorar y para reír. “En cierto punto fue una experiencia muy fuerte, porque eran del grupo de riesgo. Desde Italia llegaban noticias sobre que se quitaban los respiradores a los viejos para dárselos a los más jóvenes”, rememoró el profesor.
Durante los primeros días de marzo de 2019, la estrategia era el contacto con cada uno de los integrantes del grupo. Y el objetivo principal era la contención, para evitar que los integrantes del espacio se sumieran en cuadros depresivos.
“Danzamos con la muerte. Nos encontrábamos para ver que estábamos vivos”, sentenció Esquivel.
A la par, con las primeras llamadas virtuales se iban trazando nuevos objetivos para crear acciones a futuro. La pregunta que se hacían era qué iban a mostrar cuando se acabara la pandemia.
“Así planeamos un flashmob. Pero tuvimos que aprender qué era esa cosa desde el comienzo. Cómo era la dinámica de esa puesta. Y el primer evento artístico que nos planteamos fue montar el flashmob en la plaza San Martín, algo que lo llevamos a cabo el 1° de octubre, Día Internacional de las Personas Mayores”, celebró el coordinador.
Cómo fue volver a la calle con la banda de tambores
“Yo tocaba el tambor en el papel de un artista callejero. Ellos iban apareciendo en escena y encarnaban todos los estereotipos: viejos feos, asexuados, sin movimiento. De repente, se sacaban todas esas ropas y cada uno se sentaba con sus tambores para sumarse a la ronda”, relató con emoción Esquivel.
Para él, se trató de una “experiencia maravillosa”.
En sus comienzos, allá por 2015, lo que hoy es un agrupamiento musical y un proyecto en sí mismo comenzó siendo un taller para adultos mayores. Estos espacios eran destinados a la experimentación del instrumento. Y a Esquivel le sorprendió la concurrencia: 107 personas se unieron a los dos espacios donde funcionaba la propuesta.
Ante semejante concurrencia, el coordinador tuvo que idear una solución para que nadie perdiera contacto con el tambor. No había 107 tambores.
“Transformamos esa necesidad en un proceso de pertenencia. Empezamos a fabricar nuestros propios instrumentos con elementos reciclables: tachos de lata, lonas, carteles de publicidad (banners, que son los parches)”, recordó Esquivel.
Mercedes Gobbi tiene 85 años y es una de las mujeres que está desde el principio en el grupo de tambores. En sus inicios, se encontraba buscando una actividad social para mantenerse en contacto con otros pares. En la actualidad, lleva siete años en el grupo y sabe que durante este tiempo se convirtió en una artista.
“Hace siete años que me incorporé a Fuerza Mayor. Acá encontré un hermoso grupo de compañeros y compañeras. Fue un descubrimiento muy significativo para mí”, expresó en diálogo conLa Voz.
En todos estos años, encontró en sus compañeros, pero sobre todo en el coordinador, la fuerza para seguir participando. “Compartimos alegrías y entusiasmo en esta etapa de la vida. Y nos alienta Lucas con su cariño y su compañía para que nosotros sigamos adelante”, agradeció.
Con cierto orgullo reconoció que ella es una de las mujeres que aprendió a hacer tambores con materiales reciclados. “Es un plus. Un desafío extra, para que toda la banda pueda tener sus instrumentos. José, mi hijo, está muy contento y siempre me dice que se emociona”, relató sobre su experiencia.
Hoy el grupo funciona como un proyecto autónomo, que distribuye las labores en comisiones. “Lo importante es que además de sentirse parte del proyecto, cada uno empieza a ser un artista”, resaltó el coordinador.
Con cierto orgullo reconoció que ella es una de las mujeres que aprendió a hacer tambores con materiales reciclados. “Es un plus. Un desafío extra, para que toda la banda pueda tener sus instrumentos. José, mi hijo, está muy contento y siempre me dice que se emociona”, relató sobre su experiencia.
Hoy el grupo funciona como un proyecto autónomo, que distribuye las labores en comisiones. “Lo importante es que además de sentirse parte del proyecto, cada uno empieza a ser un artista”, resaltó el coordinador.
La banda que tiene un 95 por ciento de mujeres
De las 60 personas que conforman Fuerza Mayor, el 95 por ciento son mujeres. Lucas Esquivel lo repite una y mil veces. Sostiene que esto empezó a generar reflexiones al interior del grupo. La pregunta que más se hicieron es qué le ocurre a la mujer que vuelve al tambor.
“Empezaron a romper diferentes estereotipos en relación a la vejez y sobre todo a la vejez de la mujer. Habitualmente, jugamos con los estereotipos. Fuerza Mayor rompe con el cómo debe estar, cómo debe ponerse y cómo debe moverse una persona mayor, y en especial una persona mayor mujer”, detalló el referente artístico.
De ahí se desprende un eje de trabajo del agrupamiento que se repite en cada encuentro: los derechos de las personas mayores. Lo artístico –dicen– permitió romper la imagen de la abuela.
“Lo menciono con una clara intención, porque no todas las adultas son abuelas. Y de repente la abuela está con un terrible tambor en el escenario y la rompe toda. Esto empezó a movilizar a la familia porque las abuelas se revelaban artistas”, comentó Esquivel.
A los integrantes de Fuerza Mayor los tratan como artistas y los aplauden como tales. “Mamá nos está golpeando bajo. ¿Dónde nos ponemos nosotros?”. Así se fue transformando el ideal en algunas familias, sobre todo en las mujeres, dijo Esquivel.
Para el coordinador, que las adultas mayores participen tan activamente tiene una doble importancia: el movimiento que se genera en las familias y las nuevas identidades que construyen las participantes.
“Dejan de ser viejas para ser creadoras de su propio arte”, consideró Esquivel.
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