Un enfoque simplista para combatir la inflación
La administración de Alberto Fernández acusó el impacto político y social que provoca una inflación descontrolada, que fue de 4,7 por ciento en febrero, con un acumulado de 52,3% en los últimos 12 meses y una proyección para este mes de entre cinco y seis por ciento.
Las encuestas que miden la opinión pública registran mes a mes una caída en la confianza de la sociedad en la gestión y en la imagen del Presidente.
En forma paralela, detectan un aumento del descontento social en amplias zonas del país que se caracterizan por sus altos índices de pobreza.
Al explicar la aceleración de las últimas semanas, el Gobierno aludió al alza internacional de los precios de los granos y del petróleo por la invasión de Rusia a Ucrania.
Sin embargo, la guerra se inició a fines del mes anterior, mientras que el índice de precios al consumidor (IPC) refleja un promedio mensual de los diferentes bienes y servicios que demandan los argentinos.
La inflación en la Argentina fue de 2,5% en noviembre de 2021, luego del acuerdo de precios preelectoral pergeñado por el entonces reciente secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti.
Pero el exceso de emisión realizada para mejorar el resultado en las urnas, conocido como “plan platita”, mostró su efecto en los meses posteriores: en diciembre fue de 3,8%; en enero, de 3,9%, y trepó al 4,7% en febrero.
Para este mes, se espera un alza mayor debido a la incidencia del fuerte aumento de los combustibles –de 10,5% promedio– y por las subas en educación, indumentaria y medicina prepaga.
En una desafortunada analogía con lo que sucede en Ucrania, el Presidente anunció que este viernes pondrá en marcha “una guerra contra la inflación y contra los especuladores”.
Ese programa supondría un refuerzo de Precios Cuidados, que apunta a un millar de productos que sólo se consiguen en determinados supermercados de ciertas áreas del país; mayores controles de precios, y un aumento de las retenciones.
El diagnóstico y las medidas posteriores apuntan a reforzar las dosis ya administradas para contener la inflación, la que, más allá de ser un fenómeno multicausal, obedece a un efecto monetario en el mediano y en el largo plazo.
Con las acciones que se anunciarán, el Gobierno está exponiendo, otra vez, su preocupación por la suba de algunos precios, cuando la inflación se trata de un alza generalizada de los bienes y servicios que consume una sociedad en un tiempo prolongado.
Es lo que sucede en la Argentina, que soportó un aumento en los precios de referencia en torno o por encima del 40% en los últimos tres años. Para 2022, las consultoras estiman que ese rango se situará entre 50 y 60%.
El Gobierno está obligado a abandonar su mirada simplista y a revisar el comportamiento macroeconómico, para evitar una profundización de la crisis.
El riesgo de un diagnóstico equivocado y de medidas inconducentes puede provocar un agravamiento de la crisis de niveles incontrolables.
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