Fernando Straface: «Hay que recuperar una política exterior con menos ideología y más desarrollo»
Mano derecha de Horacio Rodríguez Larreta, Fernando Straface parte en pocos días con el alcalde porteño a una gira por Berlín y Madrid. Politólogo, experto en políticas públicas y fundador de Cippec, prepara para octubre una cumbre de alcaldes con más de 1000 participantes. En una reciente reunión con el canciller Santiago Cafiero acordó un trabajo conjunto para cobijar refugiados ucranianos.
«En este contexto tenemos que ser claros hacia el mundo y mostrar a la Argentina como un país de paz», le dijo a El Cronista en una entrevista.
– ¿Puede decirse que, además de secretario general de la Ciudad, es el encargado de las relaciones internacionales de quien aspira a la presidencia?
– El cargo que tengo en la Ciudad lo conversé específicamente con Horacio (Rodríguez Larreta) antes de asumir. Desde un comienzo tuve esta responsabilidad. Buenos Aires una ciudad global y, como tal, tiene una gran agenda internacional en planos importantes como el cambio climático o la inmigración o la transformación urbana, entre distintos temas. Además, como yo ya venía trabajando asuntos exteriores pude integrar un grupo de profesionales en JxC que trabajó en el gobierno de Macri. El expresidente dejó en esta área un verdadero legado, quizás el mejor de su gestión.
– El Gobierno porteño siempre tuvo una política de acercamiento a grandes ciudades del mundo, pero ese programa dio un upgrade con el viaje de Larreta a Washington y Nueva York. ¿Forma parte de una nueva estrategia?
– Sí, Macri ya había actualizado la relevancia relativa de Buenos Aires en el mundo. En el primer mandato de Horacio revalidamos muchos de esos atributos identitarios de la Ciudad, haciendo foco en el acervo cultural, en el capital humano de algunas empresas como los unicornios argentinos (todos nacidos en CABA), en cómo se desempeñan las clases medias con los bienes públicos. Teníamos planificado para el segundo mandato un viaje importante a China, con empresas, universidades, el Teatro Colón, que iba a realizarse en febrero de 2020. Iba a ser un viaje de estilo nixoniano, fundacional para la Ciudad, pero lamentablemente tuvimos que suspenderlo.
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– ¿Cómo evalúa la política exterior del Gobierno nacional? ¿Qué críticas le haría?
– No puedo dejar de evaluarla en relación con el gobierno de Macri que partió de un concepto como el de «inserción inteligente», que veía al mundo como una oportunidad. Hoy la política exterior argentina trata de testimoniar la pertenencia a determinados grupos, pero no está alineada con el desarrollo o el progreso de la Argentina. Desde nuestro punto de vista hace falta recuperar de una política exterior alineada con el desarrollo, no con quien ideológicamente te cae mejor.
– ¿Qué ejemplo podría dar de política exterior vinculada al desarrollo?
– Lo que hizo la gestión Macri con los limones. Mientras el embajador en Estados Unidos, Fernando Oris de Roa, trabajaba para eliminar las restricciones sanitarias, el ministerio de Transporte aquí congeniaba con la provincia de Tucumán para mejorar el aeropuerto. Mientras tanto, carece de sentido que no podamos trabajar mancomunadamente dentro del Mercosur para obtener mejores condiciones. Si no hubiera prejuicios con (Jair) Bolsonaro, podríamos haber negociado desde un lugar de mayor influencia por el 5G. Y los acuerdos Mercosur – Unión Europea (UE) estarían desplegados o cuando se recibió la invitación para ser parte de la OCDE hubiéramos mostrado interés genuino, como lo hizo Perú, que también fue invitado.
– ¿Cuáles cree que deberían ser las prioridades en política exterior?
– Me acuerdo el desfile incesante de figuras internacionales que hubo al comienzo del gobierno de Macri. ¿Por qué? Porque quedaba claro en el mundo que la Argentina tenía objetivos claros en materia de identidad democrática, de defensa de los derechos humanos, de estrategia de desarrollo, sin juicio sobre países de continentes y culturas lejanas salvo cuando se trata de condenar violaciones a los derechos humanos. Esas tienen que ser nuestras prioridades. Y, por supuesto, no podemos dudar en condenar a Venezuela, Nicaragua y Cuba.
– ¿Larreta colaboró con el Gobierno nacional para llegar a un acuerdo con el FMI?
– Siempre tuvimos una posición coincidente con lo que finalmente se acordó, buscando que Argentina no entre en default y manteniendo la unidad de Juntos por el Cambio, dos cuestiones que se contraponen claramente con la coalición gobernante.
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– Usted y Larreta recibieron al encargado de la embajada de Ucrania, Sergiy Nebrat. ¿Qué sucedió en esa charla?
– Horacio tuvo muy en claro desde el inicio del conflicto la gravedad de lo que estaba pasando y realizó un primer pronunciamiento aludiendo al principio de integridad territorial (que defiende nuestro país en relación a la restitución de territorios ocupados, como en el caso de las Islas Malvinas), que el Gobierno tomó, pero después. Frente a la invasión, también hicimos un rápido pronunciamiento en contra. Ambas cuestiones fueron valoradas positivamente por Nebrat, al punto que cuando lo fui a ver tomó la decisión de salir a explicárselo a los periodistas que estaban apostados en la puerta de la embajada. Hay que tomar en cuenta que, con 350.000 ucranianos, la Argentina cobija la séptima diáspora ucraniana en el mundo, la mitad en la ciudad de Buenos Aires. Esto permitió achicar la brecha con el Gobierno nacional y una mayor convergencia en materia humanitaria.
– Hubo un acuerdo entre Cafiero y usted para recibir a refugiados ucranianos. ¿De qué se trata?
– Pensemos que nunca hubo un desplazamiento tan grande en tan poco tiempo. Se habla de 2 millones de personas en diez días, algo inédito. En este contexto, los esfuerzos humanitarios que puedan realizarse posicionan a la Argentina como país de paz, así que no podíamos quedarnos afuera de brindar esta ayuda. Por eso lo pedí verlo, me recibió y coincidió en la importancia de brindar las condiciones institucionales para llevar esta agenda adelante. Luego hablé con las otras tres provincias gobernadas por Juntos por el Cambio para enviarle una carta a Cafiero ofreciendo facilidades operativas y ya estamos en marcha.
– ¿Qué se prepara para la cumbre mundial de alcaldes, en Buenos Aires?
– Se realizará el C40, que reúne a las principales ciudades del mundo, donde vive buena parte de la población mundial. Se hace esta cumbre cada dos años, se suspendió con la pandemia, pero vuelve ahora, y Buenos Aires le ganó la partida a otras ciudades que se ofrecieron, como Barcelona y Río de Janeiro. Vendrán unos 1000 asistentes y será un gran evento. Además, dentro de pocos días, el 20 de marzo, Horacio viajará a Berlín y Madrid, donde tenemos varias actividades importantes vinculadas al turismo, al cambio climático y a la educación.
– ¿Se podría decir que usted es el Marcos Peña de Rodríguez Larreta?
– Uso su oficina y tengo una tarjeta similar, pero no soy Marcos Peña. Tengo un gran respeto por él, que contribuyó a reinventar el vínculo de la política con los ciudadanos, pero yo tengo una orientación profesional más orientada a las políticas públicas y mayor especialización en relaciones internacionales.
– Última pregunta: ¿usted es halcón o una paloma?
– En el Gobierno de la Ciudad no nos identificamos ni como halcones ni como palomas. Horacio tuvo varios episodios de firmeza para defender posiciones como pocas veces se ha visto. Claro que lo hace sin descalificar al adversario político, sino defendiendo valores precisos como las clases presenciales, la Coparticipación, también balanceando la cuestión sanitaria en medio de la pandemia con el bienestar de las personas y la continuidad de los negocios y empresas. A veces se utilizan adjetivos para hacer alguna síntesis discursiva, pero no nos parece que describan personalidades políticas.
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