Reseña del libro de John Biguenet: El silencio expandido
Los seres humanos continuamente producimos sonidos, sea por medios naturales o artificiales, incluso lo que denominamos silencio es más bien un murmullo conocido como “ruido blanco”. Heladeras, aires acondicionados, autos y motos, alarmas y celulares son algunas de las muchísimas fuentes que influyen en el paisaje sonoro, además de la aglomeración de personas en lugares públicos y privados.
En los 14 capítulos de este libro John Biguenet recorre diversos aspectos vinculados al silencio. Para que la entrada en tema sea lo más amable posible, comienza por un tópico de la época: el silencio como commodity, un servicio de lujo destinado a quienes poseen los recursos necesarios para adquirirlo. Retiros lujosos emplazados en islas paradisíacas; zonas acustizadas en las salas de aeropuerto; auriculares para los pasajeros VIP en los aviones; las edificaciones cercadas en terrenos apacibles y alejados, y, a pequeña escala, los relojes y los autos de alta gama.
Experiencias que señalan una contradicción: quienes producen la mayor contaminación auditiva son los mismos que cobran tarifas muy altas que sólo unos pocos pueden pagar.
Para demostrar la preocupación contemporánea por este tema y la necesidad de crear espacios que contribuyan a tomar conciencia, el autor se detiene en dos proyectos. Uno es One Square Inch of Silence (una pulgada cuadrada de silencio), en el Parque Nacional Olímpico de Washington, que está a dos horas de caminata del poblado más cercano y que busca privilegiar los ruidos de la naturaleza por sobre los de los humanos.
Y el otro, en Minnesota, es la cámara anecoica de Orfield Laboratories, el lugar más silencioso de la Tierra, donde el ruido de fondo se mide en decibeles negativos, y lo que se escucha después de un rato son los sonidos del propio cuerpo: el corazón, los pulmones, el estómago. Una sensación tan extrema que nadie puede permanecer en ella más de 45 minutos.
En otros ensayos pone el foco en el silencio como aquello que está más allá del espectro que abarca nuestros oídos y “que nunca podremos experimentar de un modo físico”. En algunos casos lo hace a partir de experiencias personales o dialogando con diversas expresiones artísticas, entre ellas un poema de Keats; la pieza 4′33′, de Cage, o una pintura de Malévich.
Estas obras le permiten hacer la distinción entre el silencio como tema y los modos en que se lo representa. En algunos ensayos propone asociar cierta forma de silencio con la condición de posibilidad de la lectura, mientras que, en otros, yendo un poco más allá, lo vincula con el olvido, con la represión y con la soledad.
En un tramo cita una frase de Harold Pinter que encierra, a su vez, toda una poética: “Hay dos silencios. Uno cuando no se dice una palabra. El otro cuando quizá se emplea un torrente de lenguaje. Este tipo de habla comunica un lenguaje oculto atrás. Que es su referencia continua. El habla que oímos es una indicación de aquel otro que no oímos. Es una evasión necesaria, una pantalla de humo violenta, taimada, angustiada o burlona que mantiene lo otro en su lugar”.
- Silencio. John Biguenet. Traducción de Matías Battistón. Ediciones Godot. 128 páginas. Precio: $ 1.200.
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