Suba de tasas de la Fed: comenzó la cuenta regresiva del ‘dinero fácil’
Los billones de dólares en estímulos fiscales que evitaron que se extendiera la recesión provocada por la pandemia, ahora están empujando los niveles de inflación en la mayoría de los países y los bancos centrales, especialmente la Reserva Federal de los Estados Unidos, se ven cada vez más presionados para actuar.
Hasta hace unos meses, los bancos -especialmente en los países desarrollados- sostenían que la inflación era algo transitorio, vinculado a factores relacionados con la pandemia, especialmente las disrupciones en las cadenas de suministro y la falta de mano de obra, que estaba generando un aumento de los salarios. Sin embargo, ahora ven que se está volviendo un fenómeno más persistente de lo que habían anticipado y necesitan contenerla antes de que se salga de control.
Incluso el Banco Central Europeo (BCE), que había rechazado la idea de aumentar las tasas este año, ahora no descarta esa opción.
La atención está puesta en qué hará la Fed: se espera que el banco central estadounidense comience a subir las tasas el próximo mes en su reunión del 15 y 16 de marzo (antes de lo previsto), poco después de que haya terminado su programa de compra de bonos.
Los más osados esperan un alza de 50 puntos básicos, especialmente después de los últimos datos del índice de Precios al Consumidor. Los más moderados creen que, teniendo en cuenta que se esperan varias subas durante el año –Goldman Sachs, por ejemplo, prevé siete-, se inclinan más por un alza de 25 pb y argumentan que no hay necesidad de iniciar un ciclo de aumentos con un movimiento tan agresivo.
El premio Nobel de economía, Paul Krugman, es uno de ellos: «No es una crisis. En este momento, no veo ninguna señal todavía de que la inflación se haya afianzado en la economía. La Fed todavía tiene margen para diseñar un aterrizaje suave, pero tiene que empezar a hacerlo», le dijo a Bloomberg.
Brasil: aunque la inflación subió 10,38% interanual, la era de tasas altas podría estar terminando
Es una situación compleja: de un lado, hay un grupo de economistas que creen que la Fed y el BCE deberían haber endurecido su política monetaria mucho antes, y que ahora se verán obligados a dar un shock mucho más agresivo para contener las subas. Otro sector afirma que si la inflación empieza a bajar -especialmente si se solucionan factores coyunturales como los problemas vinculados en la cadena de suministros, que podrían ya haber alcanzado su pico-, entonces la política económica quedará demasiado estricta, y podría terminar siendo contraproducente en un año que de por sí se espera un crecimiento menor al de 2021.
El escenario es todavía más incierto para los mercados emergentes, que también atraviesan problemas de alta inflación, aumento de la deuda -el FMl calcula que la deuda en esos países llegó al 64% del PBI, en promedio-, y bajo crecimiento.
En la región, el miedo a que se desborde la inflación -teniendo en cuenta el historial de la mayoría de los países- hizo que los bancos centrales se adelantaran a la Fed y comenzaran a subir agresivamente la tasa desde el año pasado. Uno de los casos más paradigmáticos es el de Brasil, que ordenó ocho subas consecutivas desde un mínimo histórico de 2% hasta el actual 10,75% (la primera vez que la Selic llega a dos dígitos desde 2017), y aun así la inflación de enero fue 10,38% interanual.
México (de 4% a 6%), Chile (desde un piso histórico de 0,50% hasta 5,5%), Perú (0,25% a 3,5%) y Colombia (1,75% a 4%), son otros casos.
Sin embargo, la mayoría de los países están empezando a dar señales de que el ciclo de subas de las tasas estaría llegando a su fin, mientras la inflación sigue aumentando y empieza a preocupar la actividad.
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