Vos sos ciudadano; nosotros, políticos
La forma de responder de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, al joven que cuestionó la vacunación dejó al descubierto un discurso que genera distancias y no acierta a construir el deseado consenso.
¿Cómo hablar con los que piensan distinto? La pregunta que planteó en 2019 la científica argentina Guadalupe Nogués lleva a una respuesta desalentadora si observamos ciertos gestos de la comunicación del Gobierno.
El pasado martes, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, fue tajante al responder al cuestionamiento de un ciudadano de Chubut sobre la eficacia de las vacunas contra el Covid-19. Con un ataque personal –falacia ad hominem–, le espetó: “Vos sos preparador físico”.
Desde ese lugar, él no puede hablar con ella. Tampoco puede dudar. ¿Cómo se explica que hay ocho personas internadas si las ocho están vacunadas?, desconfiaba. Y allí llegó una nueva falacia, ahora de generalización. “El problema es que la gente como vos no escucha”, dijo la ministra.
No se trata de quién tiene la razón, sino de cómo se construye la confianza. En su exposición de octubre de 2019 para TEDx Río de la Plata, Nogués cuenta su propia experiencia, precisamente como científica, ante los argumentos antivacunas; en ella confirma que la evidencia no alcanza para acercar posiciones.
En el mundo de la comunicación ubicua, donde todos pueden exponer su verdad y hay lugar para diversas creencias, es necesario buscar nuevas estrategias para alcanzar credibilidad.
Aprender a conversar
La conversación, desde su etimología, implica dar vueltas (versare) alrededor de un asunto con otros. Conversar es recorrer un camino y construir algo de manera conjunta. No es un intercambio en turnos –yo te digo, vos me decís.
En la vida cívica es imprescindible conversar. Cualquier teoría y consultoría de comunicación política hoy predica la importancia de construir comunidad, escuchar y responder al ciudadano, practicar la horizontalidad y tener una estrategia de social listening, para conocer los issues o asuntos candentes para el termómetro social.
La comunicación gubernamental debe tener en cuenta las preocupaciones de los ciudadanos y las formaciones discursivas (de la que hablaba Michel Foucault) que circulan socialmente. La política no puede imponer una agenda, sino construirla con otros interlocutores y discursos.
Es evidente que la ministra Vizzotti tenía la respuesta preparada para el discurso antivacunas circulante. Pero también quedó a la luz que conversar es una habilidad pendiente. No es el de ella el único ejemplo. Las chicanas e ironías que agrietan el discurso público –de unos y otros colores– nos llenan de ejemplos, a diario.
Nosotros versus ustedes
Se pueden sostener posturas definidas, divergentes, sin caer en las estrategias del discurso intolerante. Atacar como modo de defensa es una que debería estar ausente del discurso gubernamental. “Vos sos preparador físico; nosotros estudiamos 20 años para armar un plan de vacunación”, fueron las palabras con que Vizzotti defendió su plan.
La confrontación entre el “nosotros” versus el otro muestra un discurso de segregación irreductible. En este caso, tras la personalización del ataque, la ministra añadió la generalización crítica: ”Ustedes no escuchan”.
¿Quiénes son “nosotros”? Podría decirse que hablaba por los científicos que poseen las evidencias de 20 años. Pero también es claro que se trata de un sujeto habilitado públicamente para decirlo: “nosotros” los políticos. Como diría Pierre Bourdieu, es un enunciador con suficiente capital simbólico para proferir afirmaciones públicas dignas de ser tomadas en cuenta mediáticamente.
Tiempo de consensos
La conversación social debe dejar de ser un arte que se proclama para pasar a ser una competencia real. La capacidad de comunicar es una soft skill (habilidad blanda) necesaria para construir consensos.
La salida de la pandemia es asunto que hoy convoca a la ciudadanía de manera prioritaria. Los políticos harán bien en practicar esa habilidad con dedicación especial, sin egocentrismos de clase (no quiero decir “casta”).
Construir consensos no es ponerse de acuerdo –tarea fútil–, sino dejar de dar vueltas en la noria del propio discurso para pasar a una dinámica de espiral abierta, que incluya a otros. No significa tomar todos los argumentos, sino dar lugar a la escucha de todos los interlocutores. Sólo así será verdad el deseo de consenso y la libertad de expresión será creíble.
* Doctora en Comunicación, directora de Carreras de Comunicación en la Universidad Blas Pascal y docente de posgrado en la Universidad Austral
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