El Cronista @cronistacom: Democracia para el mundo, anocracia para Estados Unidos

Democracia para el mundo, anocracia para Estados Unidos

Pocos días después de postular la «Cumbre por la Democracia para el mundo», Joe Biden sufrió un duro golpe al saber que su proyecto Reconstruir Mejor (Build Back Better, conocido como BBB) no sería aprobado por el Senado. Se trata de un fundamental mega-proyecto de gasto social, inversiones históricas para reducir el calentamiento global, expansión de cobertura médica y acceso a jardín de infantes para todos los niños, entre otros puntos, con el cual pretendía recomponer el tejido social interno y sustentar el liderazgo mundial estadounidense.

Lo más significativo es que el paquete se cayó por la negativa a votarlo del Senador Joe Manchin de su propio partido. Ante un Senado dividido en partes iguales con los republicanos, Biden había invertido considerable esfuerzo en obtener todos los votos demócratas-en particular, el de Manchin que se mostraba más reacio. Después de varios encuentros, Biden había considerado que había conseguido su objetivo. Pero Manchin informó que no daría su voto el domingo 19 de diciembre.

Joe Biden inauguró la Cumbre de la Democracia y apuntó a la grieta estadounidense

Al no apoyar un proyecto de aproximadamente 2 billones de dólares, Manchin, «le asestó un golpe político potencialmente insuperable a la pieza final de la agenda económica del presidente Biden«. Su sorpresiva negativa motivó una fuerte reacción de la Casa Blanca, a través de la secretaria de prensa Jen Psaki quien acusó a Manchin de un «cambio repentino e inexplicable en su posición», en » desacuerdo con sus discusiones de esta semana con el presidente, con el personal de la Casa Blanca y con sus propias declaraciones públicas». La senadora demócrata Pramila Jayapal afirmó que «Manchin ha traicionado su compromiso no solo con el presidente y los demócratas en el Congreso sino, lo más importante, con el pueblo estadounidense».

Manchin sostuvo que le preocupaban las posibles consecuencias inflacionarias de los grandes gastos del proyecto, así como el aumento de la deuda federal-en particular, por el riesgo de un desajuste financiero entre sus diez años duración y sus programas a más corto plazo. Exigió que cada partida tenga definido su financiamiento a lo largo de toda la década de su duración, y que su monto no pase de $ 1,75 billones. Bajo esas condiciones, los demócratas tendrían que renunciar a gran parte de sus objetivos sociales.

A tono con los republicanos, Manchin se quejó de que el Congreso ya asignó $ 5,4 billones este año entre el Plan de Rescate Estadounidense y la Ley de Empleos e Inversión en Infraestructura, más de lo que se gastó en dólares ajustados por inflación para la Segunda Guerra Mundial y el Plan Marshall combinados. Mientras esos gastos con efectos positivos para las empresas interesaban más a los republicanos, muchos demócratas lamentan no haberlos atados al compromiso de aceptar los gastos sociales, que le son de menor atracción.

Según Psaki, esos argumentos no son válidos porque economistas han observado que esos gastos no agravaría la inflación, sino que aliviaría algunas de sus presiones. También hizo hincapié en que el nuevo gasto se financiará en su totalidad a través de cambios en las políticas fiscales federales, asegurando que no aumentará el déficit. Finalmente, aseguró que Biden continuará intentando que el proyecto se convierta en ley.

Tiempos difíciles

La caída del BBB se produce en un contexto difícil para Biden. Para empezar, no ha podido vencer la pandemia del Covid, con casos aumentando en todo el país. También persiste una elevada inflación que presiona a la economía. Al mismo tiempo, los republicanos continúan intensificando sus proyectos de restricción a los derechos de voto.

Para peor, la posición de Manchin confluyó con la de los republicanos, que rápidamente lo elogiaron, e incluso intentan que cambie de partido, lo que les daría mayoría en el senado. Manchin hasta ahora se ha negado repetidamente, pero su postura revela la creciente presión republicana en la política nacional. De hecho, Manchin es representante de West Virgina en donde los Demócratas han perdido terreno, por lo que sus chances de reelección están en riesgo. Quizás por eso a Fox News le manifestó que «si no puedo ir a casa y explicárselo a la gente de West Virginia, no puedo votar a favor»

Unos días antes de que Manchin se definiera, el columnista del Washington Post Henry Olsen ya preveía el desenlace aún aceptando que «sería muy inusual que un Congreso controlado por el partido del presidente rechazara su primera propuesta nacional importante». Tan jugado quedó Biden en esas promesas que el columnista del Washington Post Hugh Hewitt afirma que sin dudas se hará un nuevo intento de aumentar fuertemente el gasto social el próximo año dado que «se han hecho demasiadas promesas a los grupos progresistas cuya ayuda los demócratas necesitarán para evitar una aniquilación casi segura en las elecciones de mitad de período de 2022».

Biden, el suave

Biden asumió presumiendo que «América estaba de vuelta» porque él representaba el auténtico carácter nacional frente a la degeneración que había provocado ‘el otro tipo’, la forma despectiva con que se refería a su antecesor Donald Trump. Pero como analiza James Downie, su incapacidad de conseguir la aprobación de su valuado BBB refleja que la política estadounidense continúa dominada por los republicanos de visión trumpista.

Downie sostiene que «el rechazo de Manchin a Build Back Better es el último fracaso de los demócratas jugando suave» porque un mes atrás no ataron este proyecto a la aprobación del megagasto en infraestructura que sí les interesaba a los republicanos. Después de invalidar todas las justificativas esgrimidas por Manchin, Downie concluye que lo común en los fracasos demócratas es «la negativa a jugar duro» y «ahora, debido a que los demócratas jugaron suave una vez más, un año con elecciones de medio término se vuelve aún más difícil y millones de estadounidenses no recibirán la ayuda que necesitan.»

Similarmente, James Hohmann sostiene que el real culpable del fracaso del BBB no es Manchin, sino «los ojos son más grandes que el estómago de la mayoría» del propio Biden. Apunta que su victoria, más estrecha de lo que pareció, engrandeció sus ambiciones tras la inesperada obtención de mayoría en el Senado al obtener sorpresivamente los escaños de Georgia. Biden sintió ser «elegido como presidente de posibilidad histórica» y «disfrutó de que los historiadores lo compararan repentinamente con Lyndon B. Johnson y Franklin D. Roosevelt, a pesar de que sus pequeñas mayorías palidecían en comparación con las que disfrutaban los presidentes anteriores cuando asumieron el cargo».

Para Hohmann, «Biden confundió erróneamente grandeza con audacia», pasando a creer en forma equivocada que había sido votado para «transformar fundamentalmente» la relación entre el gobierno y los gobernados.»

Toma del Capitolio: la saga continúa…

Si Biden está equivocado sobre la sociedad estadounidense, las imágenes de enero de la invasión al Capitolio continúan vigentes. Quién validaría esta visión es Barbara F. Walter, profesora de ciencias políticas en la Universidad de California, integrante del Grupo de Trabajo de Inestabilidad Política que asesora a la CIA monitoreando países de todo el mundo. Según Walter: «Estamos más cerca de la guerra civil de lo que a cualquiera de nosotros le gustaría creer.»

Aunque su tarea no es observar EE.UU., en su visión «si fueras un analista en un país extranjero y observaras los eventos en Estados Unidos, de la misma manera que verías los eventos en Ucrania, Costa de Marfil o Venezuela, revisarías una lista de verificación, evaluando cada una de las condiciones que hacen que la guerra civil probable. Y lo que encontrarías es que Estados Unidos, una democracia fundada hace más de dos siglos, ha entrado en un territorio muy peligroso«. Para terceros países en ese punto la CIA predice «violencia sostenida a medida que extremistas cada vez más activos lanzan ataques que involucran terrorismo y guerra de guerrillas, incluidos asesinatos y emboscadas,»

En la escala analítica empleada por la CIA, Estados Unidos ya ha pasado por las dos primeras fases de la insurgencia de «pre-insurgencia» y de «conflicto incipiente», y solo el tiempo dirá si comenzó la fase final, la «insurgencia abierta», que se inició con el saqueo del Capitolio por partidarios de Donald Trump el 6 de enero.

Por eso, EE.UU. ya no califica técnicamente como una democracia, sino que es ahora una «anocracia», situación intermedio una sociedad democrática y una autocrática.

La opinión de Walter resulta apoyada por Paul D. Eaton, Antonio M. Taguba y Steven M. Anderson tres militares de alto rango, ya retirados, que están «cada vez más preocupados por las secuelas de las elecciones presidenciales de 2024 y el potencial de un caos letal dentro de nuestro ejército, que pondría a todos los estadounidenses en riesgo severo… En resumen: estamos helados hasta los huesos ante la idea de que un golpe tenga éxito la próxima vez.»

Apuntan que existen señales de una «posible agitación en nuestras fuerzas armadas» desde que el 6 de enero «un número inquietante de veteranos y miembros en servicio activo de las fuerzas armadas participaron en el ataque al Capitolio». Así, existe la posibilidad de ‘un colapso total de la cadena de mando» por lo que «la idea de unidades rebeldes que se organicen entre sí para apoyar al comandante en jefe ‘legítimo’ no puede descartarse.»

En su opinión, «Con el país aún tan dividido como siempre, debemos tomar medidas para prepararnos para lo peor.»

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