El respeto de los ritos republicanos
Apenas se afirmó una tendencia en el balotaje presidencial chileno, el presidente Sebastián Piñera se comunicó con el presidente electo, Gabriel Boric. Lo felicitó y lo convocó a la primera reunión entre ellos, de cara al traspaso del mando el próximo 11 de marzo.
Fue una breve videollamada, que se difundió por los medios de comunicación. Una efectiva manera de asegurarse que la sociedad en su conjunto recibiría el mensaje, en el mismo momento en que el diálogo ocurría. Y la clave de ese mensaje era que ambos protagonistas habían entendido la importancia de lo que estaba en juego. Igual actitud cívica tuvo el derrotado candidato ultraderechista José Antonio Katz, quien no sólo reconoció públicamente el resultado cuando apenas se llevaba escrutado el 50 por ciento de los votos, sino que fue hasta el búnker de su rival, pese a que ambos mantuvieron una áspera confrontación durante la campaña.
Boric proviene de una izquierda radical que apostó, en principio, a una refundación social, política y económica del país. Habló de retirar a Chile de varios tratados internacionales y de terminar con las administradoras de los fondos de pensión, y prometió reformas estructurales que alterarían varias de las columnas que sostienen el “modelo chileno”. Acusó a Piñera de haber violado los derechos humanos en las jornadas del “estallido social” de octubre de 2019 y aseguró que lo denunciaría ante tribunales internacionales. De hecho, su sector promovió acusaciones constitucionales contra Piñera en el Parlamento.
Si bien Boric moderó su discurso y su programa de cara a la segunda vuelta, la primera gran incógnita que debía despejar apenas se confirmara su triunfo apuntaba a la institucionalidad. ¿Honraría la tradición republicana en el marco del traspaso del mando, que contempla ritos establecidos en estos 30 años de democracia, o le propinaría a Piñera un inédito desplante? La respuesta llegó antes de que terminara el recuento de votos y quedó grabada. Boric no sólo agradeció la llamada del presidente, sino que aseguró que era “importante respetar las tradiciones republicanas”.
Piñera sostuvo: “Todos esperamos que tenga un muy buen gobierno”, e hizo una valoración de la política de los consensos que han regido la gobernabilidad de Chile desde 1990: “Los caminos del diálogo y los acuerdos” benefician al país, subrayó. Boric fue prudente al marcar un matiz: “Los acuerdos tienen que ser con la gente, no sólo entre cuatro paredes”.
De inmediato, fijaron reunión protocolar entre ellos para el lunes 20, que duró más de una hora y media, y estuvo marcada por otros ritos. Por ejemplo, es tradición que el presidente en funciones, oficiando de guía, recorra el Palacio de La Moneda con el presidente electo. También lo es que entre ambos acuerden las prioridades que marcarán la transición en el Parlamento, cuestión en la que se mostraron muy dispuestos. Por último, el presidente en funciones se retira a su despacho y le cede el protagonismo al presidente electo para que dialogue con la prensa.
Los ritos, en su simbología, están cargados de significación. Los ritos republicanos no son la excepción. Sostienen la institucionalidad, modelan la gobernabilidad, invisten a las personas en funcionarios del Estado. Por eso es importante que sean respetados.
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