En primera persona: Cómo manejan su economía los estudiantes que vienen a Córdoba
“Desde la pandemia no volví a imprimir un papel”
Nicolás Nassif llegó a Córdoba en 2016 para estudiar Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba. Sus padres, Alicia y Raúl, tenían dudas sobre si pagar una residencia o alquilar un departamento de un dormitorio. Finalmente, y a pesar de que era más costoso, se inclinaron por la segunda opción. En esa entonces eran cerca de 16 mil pesos.
Cinco años después, Nicolás, que vive en el corazón de Nueva Córdoba, señala que para vivir gasta más de 60 mil pesos. “En costos fijos, entre alquiler, servicios y expensas se van cerca de 40 mil pesos, de lo que se encargan mis viejos. Después hay que sumar ocio, transporte y comida”, dice.
Hace unos meses, desde que terminó de cursar y sólo tiene que dedicarse a la tesis, comenzó a trabajar. Como colabora con los gastos, tiene un margen mayor para salidas a bailar, tomar una cerveza o ir a jugar al fútbol o al básquet con amigos.
“Me compro alguna remera o una camisa, pero ni siquiera una vez al mes. Hace poco fui al recital de Chano (las entradas estaban entre 2.500 y 5 mil pesos), pero ahora me quedé con ganas de ver Babasónicos”, dice Nicolás, que reconoce que a veces tiene que hacer cierto equilibrio para darse algunos gustos.
La virtualidad le regaló la posibilidad de generar un mini ahorro en la última parte de la carrera. “Con la pandemia se subieron al aula virtual todos los textos. Desde ese momento no volví a imprimir un papel, también fue una decisión personal el dejar de consumir papel”, dice Nicolás.
La contrapartida de este ahorro de leer mediado por una pantalla llegó por otro lado. “Me avanzó un poco más la miopía de lo que estaba planificado me dijo mi oculista”, señala.
“Ahora hay que elegir cuándo salir”
Abigail Roca es de La Cesira, a 370 kilómetros de Córdoba Capital, al sureste de la provincia, casi al límite con Santa Fe. Llegó a Córdoba en 2016 para estudiar Ciencias Económicas, pero luego decidió cambiar y se inclinó por el magisterio.
Vive con una de una de hermanas en un departamento en el Centro, una zona accesible para ir a cursar y donde no necesita transporte público. En estos cinco años que vivió en Córdoba notó un claro aumento de los precios.
“Hace unos años las cosas eran más accesibles. No se gastaba lo que se gasta ahora en la mercadería, el alquiler o las expensas. La plata alcanzaba más”, se queja y agrega: “Apenas llegué pagamos de entre mil y dos mil pesos de expensas, y ahora está muy por encima”.
Reconoce que vivir con alguien abarata los costos, aunque en su caso todo salga del mismo bolsillo familiar, su mamá Cristina. “Compartir el departamento abarata mucho los costos porque todo se divide, desde los servicios hasta la comida”, dice y agrega que lo más caro es Internet.
La contracción económica de los últimos años se notó en el ocio. Dejando de lado la pandemia, las salidas a tomar una cerveza se espaciaron. “Antes salíamos a comer una pizza cuando queríamos y ahora elegís uno o dos días a la semana”, dice.
“Pasó que también Güemes era muy lindo y antes vos podías ir tranquila, pero ahora los precios están muy caros y preferimos Nueva Córdoba porque es un poco más barato”, dice Abigail describiendo dos barrios con públicos diferentes que están a cuadras de distancia y que hasta hace unos años eran casi el mismo.
En este tiempo los insumos de su carrera también aumentaron. “Con la pandemia, no tuve que imprimir casi apuntes. Pero este año fue mixto y gasté mucho en impresiones. En las prácticas en los colegios necesitamos muchas fotocopias. Cada fotocopia en blanco y negro te sale cinco pesos”, dice.
Y agrega una última experiencia: “Hace unos días necesitaba imprimir unas copias a color, por 30 páginas me querían cobrar mil pesos. No las pude hacer”. Mil pesos es lo que cuesta un kilo de carne.
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