«Que se vayan todos»: dónde estaban los actuales referentes políticos durante la crisis
el país.
El bramido del «Que se vayan todos» fue uno de los reclamos populares que representó con mayor fidelidad el desencanto con la clase dirigente y, aunque el Gobierno de Fernando De la Rúa llegó a su fin abruptamente en aquel caos de diciembre de 2001, varios de los principales políticos de la actualidad estaban en aquellos días apuntados por la sociedad, por formar parte de una dirigencia que no supo dar respuesta en tiempo y forma, más allá de la bandera política de cada uno.
El presidente Alberto Fernández por aquellos tiempos se desempeñaba como legislador porteño: había asumido su banca en representación del espacio Encuentro por la Ciudad, cuya lista en las elecciones de mayo del 2000 había estado encabezada por Domingo Cavallo como candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad.
El actual jefe de Estado estaba en el lugar número 11 de la nómina de postulantes a la Legislatura y compartía lista con algunos referentes del Frente de Todos, como el sindicalista Víctor Santa María y Julio Vitobello, pero también con dirigentes que hoy están en la vereda de enfrente, como Diego Santilli y Paula Bertol.
Alberto Fernández llegó a la Legislatura porteña de la mano de Domingo Cavallo, que encabezó la lista de Encuentro por la Ciudad como candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad.
En tanto, la vicepresidenta, Cristina Kirchner, había asumido el 10 de diciembre de 2001 su banca en el Senado en representación de Santa Cruz. Desde su lugar, en la sesión extraordinaria del 19 de diciembre, mientras la anarquía reinaba por las calles, la entonces legisladora peronista cuestionaba los manotazos de ahogado del Gobierno de la Alianza y defendía la decisión del Congreso de continuar sesionando pese a que el Ejecutivo no había convocado a extraordinarias ni había extendido el período ordinario.
«Con la actitud asumida no estamos violando la Constitución sino que nos estamos haciendo cargo de ella, que es algo distinto», afirmó la dirigente opositora, según se desprende de la taquigráfica de aquel debate en el recinto.
«Estamos aquí para hacernos cargo de la Constitución Nacional, de esta Constitución que fue dictada y sancionada para preservar los derechos y garantías de los ciudadanos argentinos», insistió la entonces senadora nacional, mientras advirtió sobre la «grave situación social, económica, política e institucional» que se cernía sobre la Argentina.
En tanto, en la Cámara de Diputados, Elisa Carrió ocupaba una banca por Chaco: «Lilita» había llegado a través de la UCR, pero había roto con el bloque por las disidencias con la Alianza. En aquellas horas turbulentas, la abogada sostenía la misma postura que Cristina Kirchner en el debate respecto a si el Congreso podía sesionar sin la convocatoria del jefe de Estado.
«Quiero dejar en claro que esta sesión se realiza en uso de las facultades de control que tiene el Congreso de la Nación, resultando indiferente que esté en receso, en sesiones de prórroga o en sesiones. Ningún otro poder puede privar al Congreso de la Nación de intervenir a fin de controlar los decretos de necesidad y urgencia o reasumir atribuciones propias mediante la derogación de la Ley de Delegación de Facultades Legislativas», remarcó al comienzo de su alocución en la Cámara baja.
Y agregó: «No estamos en sesiones de prórroga, tampoco en sesiones extraordinarias. Simplemente se trata de una sesión especial a los efectos de controlar los actos del Poder Ejecutivo, en uso de nuestras facultades legislativas».
Mauricio Macri estaba al frente de Boca Juniors y cerraba un año con una Copa Libertadores, conseguida ante Cruz Azul, pero con la derrota por 1-0 ante el Bayern Munich por la Intercontinental, en Japón, y sin títulos locales. La crisis del 2001 luego lo terminaría empujando a meterse en política: dos años después, se presentaría a las elecciones porteñas, pero caería ante Aníbal Ibarra.
Un año antes del estallido, a comienzos de diciembre del 2000, Horacio Rodríguez Larreta presentó su renuncia como interventor del PAMI: «Es un buen momento para dar un paso al costado», explicaba, escuetamente, el actual jefe de Gobierno porteño. De su mano, también había llegado a la obra social de los jubilados María Eugenia Vidal, quien se había desempeñado en el área de Recursos Humanos.
En 2001, la flamante diputada nacional de Juntos por el Cambio se sumó a la Fundación Grupo Sophia, un think tank que sería una de las raíces del PRO.
Poco antes de la caída del Gobierno de De la Rúa, su compañero de bancada Facundo Manes había regresado a la Argentina tras varios años en Estados Unidos e Inglaterra: nuevamente en su patria, el neurocientífico estableció el Departamento de Neurología Cognitiva y Neurociencias Cognitivas Humanas con un equipo multidisciplinario en FLENI.
El actual gobernador bonaerense, Axel Kicillof, tenía 30 años cuando se produjo la debacle institucional, que lo encontró desarrollando su tarea de investigador en varios proyectos del programa UBACyT y también cursando su Doctorado en Economía, a la vez que continuaba militando en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA con la agrupación TNT. (NA)
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