El cuidado del ambiente se construye de manera cooperativa
Con 18 unidades de negocio, 480 empleados que dependen de manera directa de sus operaciones y una red que se extiende desde General Cabrera hacia otras 22 localidades y ciudades de Córdoba y de Santa Fe, la cooperativa agropecuaria Cotagro es una de las más grandes de su tipo a nivel nacional. Y un ejemplo de crecimiento asociado al agregado de valor.
Y no sólo eso: en los últimos años, sumó como objetivo estratégico agregar valor desde el punto de vista ambiental. Lo hizo con una serie de acciones de triple impacto, con el foco en la sustentabilidad de los procesos productivos.
La apuesta más fuerte en ese sentido fue la inversión en una planta de biogás, en la que se transforman 100 toneladas de desechos agroindustriales por día en energía para tres mil hogares.
–¿Cómo comenzó este plan para fortalecer el cuidado del ambiente?
–Todo nació por el criadero de cerdos, que comenzó a funcionar hace cinco años y tuvo su génesis en una inquietud de socios que tenían la intención de agregar valor, pero de manera individual no les era rentable. Entonces pensamos algo en conjunto: por eso no es sólo de la cooperativa, sino una sociedad con productores, algunos socios y otros no, que tienen una participación dentro del criadero. El proyecto es de cuatro mil madres: empezamos con mil. El próximo año vamos a ampliarlo a 1.500. Está dividido en dos sitios: uno y dos, de gestación y maternidad; y tres, de engorde. Al lado de este último está la planta de biogás.
–Y los cerdos le dieron el primer giro a la rueda de la economía circular.
–Para hacer este criadero tuvimos muchos cuidados con relación al impacto ambiental. Debe ser uno de los pocos en todo el país que tiene todos sus efluentes tratados en lagunas impermeabilizadas. Y a partir de allí se comenzó a pensar qué hacer con esos desechos y se generó la idea de instalar una planta de biogás, que es en sociedad con la empresa Cleanergy y la Cooperativa Eléctrica de General Cabrera (tienen 25 por ciento cada una y 50 por ciento Cotagro). Pero además de utilizar los purines (residuos orgánicos), también se convierten en energía otros residuos agroindustriales.
–¿Por ejemplo?
–A las bacterias encargadas de generar el gas para poner en marcha un motor que genera 1,2 megavatios de potencia les damos de comer también desechos de empresas lácteas, de frigoríficos y de la industria manisera.
–¿Cuánta basura en total se transforma en energía eléctrica?
–Son 100 toneladas por día. Y cuando uno habla de megavatios, por ahí no logra comprender cuánta electricidad está generando y significa que les damos luz a unos tres mil hogares; 100 toneladas que no sólo dejan de ser basura, sino que además se transforman en un insumo clave. Y eso solamente durante el día. Luego, dentro del biodigestor también queda un desecho que se destina a las lagunas y, tras un tiempo de estabilización, lo utilizamos como fertilizante orgánico para los campos agrícolas.
–Para hacer crecer el maíz que será el alimento de los cerdos… y se cierra la rueda sustentable.
–Claro. Pero además dejamos de usar fertilizantes químicos y eso también reduce el impacto ambiental. Y logramos rendimientos de hasta 20 quintales más por hectárea, arrojando entre 50 mil y 60 mil litros de efluentes por hectárea. En soja también tenemos un plus de unos 15 quintales más. Y ahora vamos a empezar a probarlo también en maní. Por eso hablamos de economía circular: todo da vuelta, no hay ningún desecho que quede después del criadero y de la planta de biogás que no sea reutilizado.
–Más allá del biodigestor, ¿la cooperativa también tiene otros planes vinculados a la sustentabilidad?
–Sí. Hay que recordar que el negocio más importante que tiene la cooperativa es la exportación de maní. Desde hace muchos años, los compradores, sobre todo de la Unión Europea, vienen solicitando ciertos certificados que nos han venido muy bien para acostumbrarnos a cumplir con estándares de calidad y sustentabilidad. Eso nos permitió comenzar a trabajar de ese modo con cada unidad de negocio. Es un trabajo diario y somos conscientes de que queda mucho por hacer. La intención es que esto derrame también hacia nuestros productores, porque la sustentabilidad comienza en el campo y queremos concientizar a nuestra gente para que todo lo que hagamos sea bajo el objetivo de cuidar los recursos.
–¿Están incorporando más certificaciones?
–A partir de abril de este año, comenzamos con la certificación de maíz y de soja sustentable bajo el esquema 2BSVS que certifica que la producción agrícola se está realizando en campos que, desde enero de 2008, están libres de deforestación. Esto contribuye, además, a relevar la huella de carbono. Es muy importante para poder proveer a las empresas que hacen biocombustibles, como por ejemplo, ACA Bio, de la que 60 cooperativas somos parte. Este año exportamos y tuvimos que certificar que el maíz que se utiliza para el bioetanol es sustentable. También contratamos una asesora para poder implementar buenas prácticas agrícolas bajo los protocolos del sello internacional Global GAP. Y otro aspecto clave es el reciclado de los silos bolsa usados.
–¿Cómo es ese trabajo?
–La Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) realizó hace poco una gran inversión en Cañada de Gómez (Santa Fe) para recuperar plásticos. En Cotagro hicimos que los productores donen los silos bolsa a los Bomberos Voluntarios de General Cabrera, que los lavan y transportan hacia la planta de ACA y reciben un pago por esto. Los productores se sacan así un problema de encima y hacemos otro aporte a la economía circular.
Productor cooperativo
Nombre completo. Rubén Osmar Borgogno.
Edad. 63 años.
Casado con. Ana.
Hijos. Victoria, Martín y Pablo.
Profesión. Ingeniero agrónomo.
Empresa. Cotagro.
Cargo. Presidente.
Le gusta. El ciclismo.
Contacto. oficinarubenoborgogno@gmail.com.
https://www.lavoz.com.ar/negocios/el-cuidado-del-ambiente-se-construye-de-manera-cooperativa/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/negocios/el-cuidado-del-ambiente-se-construye-de-manera-cooperativa/