La Voz del Interior @lavozcomar: El desafío de mejorar la calidad legislativa

El desafío de mejorar la calidad legislativa

En Argentina, devaluar es un hábito: por las buenas o de hecho, la moneda se deprecia todos los días, y junto a ella se devalúa todo, instituciones incluidas. Como la legislativa, que no está viviendo sus mejores años y sigue declinando peligrosamente, en detrimento de un sistema de tres poderes en el que ninguno se destaca por su brillo.

No hace falta hurgar mucho para encontrar los datos que corroboran esto. Como lo es el abortado proyecto cordobés de un legislador oficialista para homenajear a uno de los creadores del soberbio dibujo animado de “La pantera rosa”. Paso en falso o cortina de humo para la distracción en medio de un ajuste impositivo, el caso expone lo poco que ofrecen ciertos legisladores a cambio de sus dietas. Sin olvidar a sus asesores, no menos costosos.

Si se repasaran los diarios de sesiones de los ultimos años en todos los órdenes, ya sea municipal, provincial o nacional, se encontraría una colección de iniciativas de igual calibre o aun mayor, capaces de eclipsar al otrora célebre Libro de oro de Patoruzú, como para ratificar lo que ya sabemos: que rara vez llegan los mejores a las bancas, sino los punteros, amigos o asociados, y que a nadie se le requiere currículum. Porque rara vez lo tienen.

Pero es más grave y menos risueño que esto nos ocurra en un país devastado, con gravísimos temas pendientes y en el que la actividad parlamentaria ha brillado por su ausencia durante casi dos años, a caballo de la conveniente pandemia que ha permitido a unos y otros gobernar sin tener que dar explicaciones.

De esta manera, el control legislativo sobre los actos de gobierno se ha tornado cada vez más difuso, y la escasa actividad parlamentaria sólo se ejercita a los efectos de ratificar los dictados de los ejecutivos. Esa es la preocupante foto del deterioro de un sistema incapacitado para dar respuestas a una sociedad tan angustiada como decepcionada.

Cabe recordar aquí lo que muchos parecen olvidar: que cuando las instituciones flaquean surgen, desde los extremos, las expresiones mesiánicas que prometen la salvación a costa de terminar con el sistema, usando para llegar a posiciones de poder las herramientas que el sistema mismo les facilita. Argentina no es hoy ajena a esas expresiones que emergen en todo el mundo, con iguales dosis de nacionalismo rancio, xenofobia, racismo, homofobia, terraplanismo y negacionismos diversos.

Lo cierto es que el sueño de la razón engendra monstruos y que alguno de esos monstruos ya están entre nosotros. Y que un buen abono para que esas criaturas crezcan dudosamente saludables es la degradación de la actividad legislativa. Con perdón de “La pantera rosa”, la única inocente en este desaguisado.

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