El primer acuerdo, la moneda nacional
Con la visión de algunos y el esfuerzo de muchos, la Argentina tiene la oportunidad de lograr el primer acuerdo de largo plazo sobre la gestión de la moneda desde 1935.
El resultado electoral reciente impuso la necesidad al sistema político de lograr acuerdos que excedan gobiernos y gestiones como acto eficaz de madurez colectiva.
Un consenso instrumental entre dirigentes y ciudadanos para salir de una década de estancamiento económico e inflación alejaría relatos novelados, fórmulas de alquimistas y manuales incomprensibles de la tecnocracia.
El verdadero desafío será acordar la hoja de ruta, los pasos necesarios para alcanzar los objetivos, evitando así frustraciones y malentendidos. Fijar solamente objetivos es puro voluntarismo.
El casillero destacado de la hoja de ruta será acordar una solución que nos devuelva la posibilidad de ahorrar, invertir y planificar el futuro con base en nuestro acuerdo ciudadano: el dinero de nuestro país.
La física del dinero
La moneda debe servirnos para “hacer las cuentas”, “pagar los gastos” y “ahorrar”.
El peso pierde contra el dólar en la primera y en la tercera de esas funciones; en la segunda función, el peso se impone al dólar fundamentalmente por cuestiones de legalidad.
Para salvar nuestra moneda en sus funciones, existen al menos tres aspectos que deberán incluirse en ese acuerdo, poniendo énfasis en el modo y no en la promesa del resultado.
Hacer las cuentas sin trampas
Los particulares serán más apegados a la moneda de su país cuanto mejor administrado sea el Estado y cuanto mayor transparencia tengan las autoridades en la administración de la cosa pública.
El Presupuesto nacional reúne aproximadamente un cuarto del producto nacional, sin embargo, su redacción compleja y extensa contiene cuentas que deberían cerrar en cálculos sencillos, aunque a veces parece que así no fuera.
Comparando presupuestos año 2022 y 2021, al momento de su respectiva presentación al Congreso, expresan: a) aumento de los gastos totales en 58 por ciento; b) aumento nominal del déficit total en 39 por ciento; c) inflación prevista para 2022 del 33 por ciento; d) aumento del programa de deuda en Letras en 57 por ciento; e) reducción nominal del ocho por ciento por asistencia del Banco Central al Tesoro.
Se proyecta que la asistencia del Banco Central (BCRA) se reducirá en términos nominales, mientras la inflación será 33 por ciento y los gastos crecerán 25 por ciento arriba de la inflación.
El lector debe saber que hay tecnicismos de ocasión que permiten explicar esos números, pero todos comprendemos que ello no sirve para construir un consenso instrumental entre dirigentes y ciudadanía cuando pocos lo entienden.
También señalemos que resulta cada vez más complejo realizar cálculos y comparaciones por la cantidad creciente de dígitos y ceros inflacionarios.
Sirva de ejemplo un gasto total previsto de 13.336.520.431.311 pesos, ya sin decimales porque desaparecieron debido a su insignificancia.
Para evitar cálculos confusos y de dificultosa interpretación, será necesario acordar la creación de una unidad de cuenta presupuestaria, a menos que se quiera presentar el Presupuesto en dólares en el futuro próximo.
¿Cuánto vale la inflación reprimida?
Los ciudadanos conocemos que cuando aumenta el precio de la leche, del arroz, de la carne, de la ropa –valores núcleo–, pero no aumenta el precio del gas, la nafta y del transporte –precios regulados–, algo extraño ocurre.
¿Cuánto tiempo dura esa situación? Sabemos que no demasiado, mientras cada día que pasa se trata de no pensar cuándo ocurrirá y por cuánto será el ajuste.
La inflación reprimida en nuestro país es una evidencia perceptiva y también objetiva. Treinta y cuatro meses que los precios núcleo superan al conjunto general de los precios, como media anual.
La suma algebraica de las diferencias mensuales entre ambos grupos arroja seis por ciento más, que es una medida de la inflación reprimida, aunque la corrección en los precios regulados alcanzará 20 por ciento o 30 por ciento por razones estadísticas.
¿Cuánto valen esos seis puntos de inflación reprimida? El presupuesto le pone precio, estima 1,3 billones de pesos en subsidios de tarifas para 2022. 13 mil millones de dólares al cambio oficial, es decir, el presupuesto de Córdoba y de Santa Fe juntas; o el 35 por ciento de las reservas monetarias del país.
Para sincerar los precios de la economía y contener la inflación, será necesario acordar un esquema global con techos y compensaciones de subsidios sobre tarifas. Al menos que se desee que los mismos sean judicializados en el futuro próximo por las provincias menos beneficiadas.
Las dos ofertas monetarias
Mucho se puede decir de la relación entre cantidad de dinero, inflación y credibilidad sobre la moneda, pero escudriñar razones y argumentos es tarea para otro texto.
Nos concentremos en evidencia simple de comprender y que afecta la percepción que tenemos los ciudadanos respecto de nuestra moneda.
Los bancos centrales ganan dinero cuando emiten moneda por la sencilla razón de que al emitirla entregan cheques al portador que no deben honrar en ventanilla.
Sí deben honrarlos de forma fingida al lograr que los tenedores de esos billetes acepten tenerlos en el bolsillo, depositarlos y circularlos sin reclamar su cancelación. Eso es confianza en el Banco Central como emisor.
En nuestro país, la situación es diferente. Por cada peso puesto en la calle sin costo, nuestro Banco Central emite otro peso que pide al receptor que lo dejé dentro del Banco y no lo tenga en su bolsillo, para lo cual le paga 40 por ciento de interés.
Desde abril 2021, existen dos ofertas de dinero por 4,3 billones de pesos cada una. Una oferta normal, no remunerada, para tener en el bolsillo y para pagar. Otra llamada Leliq, que crece como bola de nieve, que no se puede usar para casi nada en la economía real y sólo sirve para especulación financiera.
Para devolver la confianza plena al Banco Central, será necesario un acuerdo sobre su esquema de gestión institucional. Ese consenso debe incluir mejoras profesionales, independencia de decisión e inclusión de representantes de las entidades financieras en el buró.
Una ley pacto que honre nuestra base federal como república podría ser el camino a partir de diciembre para desterrar el riesgo de que los ciudadanos le quiten definitivamente al Estado su capacidad para crear moneda.
* Economista
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