Soja y maíz: en Córdoba la relación va camino a ser la ideal
A comienzos de siglo, la soja gobernaba la rotación agrícola entre los cultivos de verano. Las variedades biotecnológicas eran la solución para intervenir en los campos y controlar las malezas difíciles de ese momento, como chamico, “yuyo sapo” o cebollín.
La escena se repetía tanto a nivel nacional como en Córdoba. Por eso no era extraño, más allá de que comenzaba a ser una preocupación por la dimensión que tomaba el monocultivo, que la soja superara al maíz en una proporción de cinco a uno en la cantidad de hectáreas sembradas.
La agricultura comenzaba a ser parte de la simplificación de los sistemas. Desde la enorme diversidad y servicios de ecosistema que generaban una pastura natural en un monte, la agricultura comenzó a simplificarlo en un solo cultivo y en un solo manejo.
Por tratarse, a comienzos de siglo, de la principal provincia productora de soja (en la actualidad es la segunda), la relación en superficie sembrada con el maíz copiaba la tendencia a nivel nacional.
De acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura de la Nación, la mayor brecha en Córdoba entre ambos cultivos en los últimos 20 años se produjo en la campaña 2003/2004, cuando la relación fue de 5,7 hectáreas de soja contra una de maíz.
A nivel nacional, la diferencia mayor fue en la campaña 2008/2009, con 5,13 hectáreas de la oleaginosa contra una del cereal.
El desafío, del que comenzaron a darse cuenta los productores y técnicos, fue cómo generar esos servicios ambientales con la agricultura.
El aporte venía por el lado de la secuencia o rotación de cultivos, dentro de la cual el maíz era un referente clave.
“Las conversaciones generadas en 2014 dentro de la comunidad agroalimentario de Córdoba y que tenían al maíz como protagonista de esta historia, comenzaron a mostrar sus frutos”, destaca Juan Cruz Molina, director regional del Inta Córdoba y en aquel momento secretario de Agricultura de la Provincia.
Para fundamentar su razonamiento, Molina aporta un ejemplo contundente: “Desde lo agronómico, en 2014 no podíamos tener el departamento Marcos Juárez con sólo entre el 12 y el 18% de superficie sembrada con maíz. Y hoy pensar que estamos en el 50% se ha logrado el propósito buscado”, destaca.
En las últimas seis campañas agrícolas, el avance del maíz en Córdoba ha hecho que la relación entre ambos cultivos ya se aproxime al “uno a uno”.
De acuerdo con las proyecciones de la cartera agropecuaria nacional, en la actual siembra hay una intención de sembrar en la provincia 4,18 millones de hectáreas con soja, contra 3,08 millones de hectáreas con maíz,.
Esas magnitudes dejan la relación en una hectárea del cereal por cada 1,35 hectáreas de la oleaginosa. La mejor desde los últimos 21 años.
Para el secretario de Agricultura de la Provincia, Marcos Blanda, un modelo lógico y sustentable sería una rotación que incluya un año de gramínea y otro de leguminosa.
Advierte que todo monocultivo tiene sus riesgos para la estructura de suelo.
“Hoy estamos transitando un camino de una rotación agrícola cada vez más sustentable. Es un modelo que ofrece fertilidad química a través de las leguminosas y fertilidad física, estructural de los suelos, a través de las gramíneas. La combinación es lo ideal. La soja puede levantar niveles de nitrógeno, pero debilita la estructura”, compara.
Intensificación
Más allá de que la foto general muestra aún un leve predominio de la soja sobre el maíz, en algunos departamentos de la provincia, la sociedad en partes iguales entre ambos cultivos ya tiene más de 10 años.
Departamentos como Villa de María del Río Seco, Tulumba, Totoral y Río Cuarto vienen intensificando esa relación desde hace una década, con muy buenos resultados, y van por nuevos objetivos.
“Hace una década que se viene trabajando en una relación 50/50 entre la soja y el maíz. Hay muchas empresas que incluso siembran en algunas campaña más hectáreas del cereal que la oleaginosa”, observa Pablo Solfanelli, responsable del equipo técnico del Grupo Río Seco, conformado por empresas agropecuarias del norte de Córdoba que siembra alrededor de 27 mil hectáreas de maíz por año.
En el marco de una estrategia por hacer cada vez más eficiente el modelo de producción, el grupo ha comenzado a trabajar la secuencia maíz/maíz, como el paso previo a incorporar una soja de primera.
“La casuística en lotes, no a nivel de ensayos, nos viene aportando que luego de una secuencia maíz/maíz, la soja de primera rinde hasta dos quintales más por hectárea que en una rotación luego de un maíz de primera”, compara el asesor técnico.
La decisión de hacer maíz en dos campañas consecutivas en el mismo lote parte de un análisis minucioso de la estructura de costos.
“La nutrición es clave, para que el cultivo pueda expresar un rendimiento objetivo. De nada sirve hacer esa secuencia para que el maíz rinda 50 quintales, con lo cual no cierran los números desde lo económico y tampoco desde lo ambiental porque la fijación de carbono al suelo no va a ser la esperada”sss, aclara Solfanelli.
En las últimas campañas, el grupo de empresas viene trabajando en el ajuste de la estrategia técnica de la secuencia maíz/maíz en lo que es densidades de siembra, nutrición y genética.
De esta manera, el maíz como gramínea que contribuye a mejorar la salud de los suelos también ayuda a mitigar el cambio climático. Y en el norte de Córdoba, las empresas agrícolas lo saben bien. Es por eso que el atraso en la siembra en la zona representa una adaptación de la forma de producir cultivo de verano ante el calentamiento global .
Desde el punto de vista de la defensa del ambiente, el maíz cumple un rol protagónico. Según Molina, la mejora productiva de cada metro cuadrado puede convertirse en un elemento por el que alguien esté dispuesto a pagar por la captura de carbono.
“El agro se mete así en la comunidad de la mano del maíz, más que generando cambio climático, como mitigador de esos efectos”, sostiene el director del Inta y productor agropecuario.
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