La paridad vertical no alcanza
La ley de paridad de género obliga a los partidos políticos a intercalar en sus listas para cargos legislativos a varones y mujeres, pero en la práctica los varones siguen estando sobrerrepresentados sin que se viole la norma.
El mecanismo puede pasar inadvertido para gran parte de la sociedad: la mayoría de las listas están encabezadas por varones. Eso hace que en el reparto de las bancas ellos terminen siendo más de la mitad.
Tomemos el caso de nuestra provincia, de cara a las próximas elecciones. Se presentan siete listas en los dos tramos, diputados y senadores. Entonces, tenemos 14 boletas: siete para cada cámara. Sólo cinco boletas están encabezadas por mujeres: las dos de Hacemos por Córdoba; las dos del Frente de Izquierda; y la lista a diputados por Libertad Avanza.
Cuando el primer candidato de la mayoría de las listas es un varón, lo más probable es que entre los que resulten elegidos haya más varones. Para decirlo de otro modo, esa ligera ventaja solo se anula si la lista en cuestión recibe los votos requeridos para elegir un número par de legisladores.
El caso del Senado es paradigmático. Como la mayoría de las listas son encabezadas por varones, la elección de mujeres por distrito rara vez supera el mínimo legal impuesto; esto es, la acompañante femenina de la lista ganadora, que es la única que impone dos senadores. Como la lista que llega en segundo lugar solo elige un senador, las mujeres nunca pueden ser el 50 por ciento de la Cámara Alta.
Si se repitiera el resultado de las elecciones primarias, en esta ocasión la provincia elegiría dos senadoras porque Hacemos por Córdoba, que saldría en segundo lugar, lleva a una mujer en el primer puesto. Pero si los tres senadores se decidieran entre las listas de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, elegiríamos a dos varones y una mujer.
Los diputados cordobeses son 18. En la actualidad, 10 son varones y ocho son mujeres. El recambio involucrará a la mitad: curiosamente, concluyen mandato cinco varones y cuatro mujeres.
Otra vez, si nos guiamos por el resultado de las primarias, Juntos por el Cambio obtendría cinco: tres varones y dos mujeres. Hacemos por Córdoba debiera quedarse con tres bancas para que dos de ellas les correspondan a mujeres. Si el Frente de Todos colocara el noveno diputado, sería un varón. En ese supuesto, entre los nuevos diputados cordobeses habría cinco varones y cuatro mujeres. Y esta cantidad de mujeres solo sería posible porque la lista que quedaría en segundo lugar está encabezada por una mujer.
El ejemplo, que podría extenderse al resto del país, demuestra que con la paridad vertical –mujeres y varones intercalados en las listas– no alcanza para asegurar la paridad de género en el Poder Legislativo.
¿Será necesario complejizar la ley? ¿O llegará el día en que las élites partidarias, fundamentalmente masculinas, entiendan que ellas tienen los mismos derechos que ellos?
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