La Voz del Interior @lavozcomar: Entrevista a Julio Bárbaro: El peronismo ya no quiere decir nada

Entrevista a Julio Bárbaro: El peronismo ya no quiere decir nada

Julio Bárbaro atiende el teléfono mientras viaja en un taxi, rumbo a un canal de televisión. Es un asiduo invitado de programas de análisis político. Su manera de comunicar, la experiencia en el peronismo y su capacidad de abrir polémicas sobre temas coyunturales y de la historia lo hacen siempre interesante.

Sobre todo en tiempos de crisis política, en los que el Frente de Todos reaviva la llama peronista para reconstruirse en el Gobierno nacional.

Bárbaro, intelectual, escritor y político, además, acaba de reeditar el libro Juicio a los 70. La historia que yo viví (editorial Sudamericana), con el que, afirma, busca cerrar discusiones sobre aquella década.

Sobre el presente y el pasado habló con La Voz.

–Se dice que hubo un regreso del peronismo al gobierno, alentando por los ministros que llegaron. Cuando escucha esa frase, ¿qué interpreta? ¿Qué significa regresar al peronismo?

–Nada… Digamos, en alguna medida los conceptos se han ido vaciando. Todos. Nosotros hace 45 años que estamos en caída libre. Como sociedad. Digamos que desde la década de 1930 a 1975 crecimos con conservadores, liberales, radicales, peronistas y hasta golpistas. Y decrecimos con la misma cantidad de ideologías. Faltaron los golpistas nomás. El problema es volver al patriotismo. Ese sería el lugar que está ausente.

–En cuanto al significado de la palabra “peronismo”…

–Ya no quiere decir nada. Digo siempre que es un recuerdo que da votos. El problema es que las palabras se van vaciando. ¿Qué tenía que ver Stalin con Marx? ¡Nada!

–En esta cuestión de la renovación, entonces, ¿qué tipo de giro le ve posible al Gobierno nacional?

–No hay giro posible si no hay una unidad de la sociedad. No hay giro por parte. Mientras sigamos yendo para cada lado, con dos modelos, no hay ninguno. Cuando usted tiene dos rumbos, no tiene rumbo.

–¿Usted habla de modelos políticos, económicos? ¿Todo junto?

–De las dos cosas. La sociedad no tiene un rumbo. Lo tuvo hasta 1975, que era sustituir importaciones. Después dijimos: “Importar es más barato”. Y acá estamos. Tenemos la deuda y destruimos la industria. Cartón lleno.

–Es un debate que lleva años y sigue sin resolverse: cuál es el camino que debe tomar Argentina.

–Bueno, si es más barato importar… Lo que pasa es que nos quedamos sin trabajo y con la deuda.

–¿Qué le parece esta apuesta, en el caso del campo, que se hace por Julián Domínguez, alguien que ya estuvo y parece más dialoguista?

–Es imprescindible tener una actitud más dialoguista con el agro.

–Por eso, en esas cuestiones: ¿ve más sensata la elección de algunos ministros?

–Ahí sí… Pero cuando usted ve el contexto global, el conjunto, se encuentra con que en alguna medida se miró más la interna que la imagen.

–¿En qué casos?

–Je. No me lo pregunte a mí. Los tiene todos a la vista. Por ejemplo, en el caso de la Cancillería. Es un lugar de descanso, pareciera. Vea lo que le hicieron a Felipe (Solá). No saben si querían dañar a Felipe o la imagen de la sociedad.

–En el caso del regreso de Aníbal Fernández, se habla de “volumen político”. ¿Qué significa eso?

–Lo que está claro es que quieren expertise. Pero también hay imagen, ¿no? Y cada uno construye su imagen. Yo la mía, usted la suya. Él construyó la de él. Cada uno es responsable de sí mismo.

–Quizá vaya a actuar como una especie de “escudo político” para proteger la imagen del Presidente.

–Noo… No hagamos conjeturas sobre lo que no existe.

–¿No lo ve así?

–Jeje… Hay un punto de debilidad. Usted me pregunta si las imágenes son reconstruibles. Bueno, lo digo con todo respeto: yo no entiendo qué buscan.

–¿Le parece apropiado el silencio que ha mantenido, dentro de lo posible, Juntos por el Cambio?

–Sí, sí. Me parece apropiado. Hay momentos que, cuando se ve el abismo, no es cuestión de bailar. Es respetable, sí.

–¿Y eso hasta cuándo puede durar? ¿Es momento de acercarse o no?

–Le digo sinceramente: o hay posibilidad de grandeza o no hay salida. Pero siempre el acercamiento es responsabilidad del Gobierno. No hay otra responsabilidad. La convocatoria a la unidad es desde el poder.

–¿Lo ve posible?

–Lo veo tan imprescindible.

El libro

El libro en la política sigue presente. Las memorias de expresidentes, de una exgobernadora y, también, textos de intelectuales y de periodistas que abordan la realidad para pensar diferentes soluciones a un país que parece no tenerlas. En el caso de Bárbaro, ¿qué valor le da a un libro hoy en la política? ¿Qué cree que puede generar?

Portada del libro de Julio Bárbaro sobre los 70. Editorial Sudamericana

“Este libro es una reedición. Y este es un acuerdo con la editorial. Usted me pregunta qué peso tienen las ideas en el presente”, dice.

–Y también como una herramienta política…

–Creo que hay debates que hay que terminarlos. Ese es uno. No escribo libros sobre otras cosas. Hoy terminé un prólogo sobre Florencia. Leer a los Medici hoy no está en la mesa de los argentinos, digo. Menos por el arte. Quiero decir: escribo, y en este caso, reescribo este libro porque me parece que los ‘70 han sido desfigurados y que la teoría de los dos demonios es parte de la imbecilidad que inventamos.

–¿Ve hoy más interesante la época para discutir ese tema. ¿En otra época era más difícil?

–Es imprescindible. Hay dos números que dañan, que son 30 mil desaparecidos… fueron 10 mil, y 70 años… fueron 45. Por lo menos para empezar a discutir sobre datos de la realidad inalterables.

–La cuestión de los 30 mil ha sido muy discutida.

–A mí no me van a imponer un número. ¿A quién se le ocurrió en la Humanidad que un número define ideología? Es estupidizar, ¿o no?

–Le decía que se ha discutido, no ya el número, sino si era posible abrir un debate. Discutir un dogma.

–Los dogmas son de ellos. Los dogmas son los que participan de la fe. No es la mía. Permitan el derecho a que yo disienta.

–En cuanto a los 45 años, también dice que no se discute…

–Porque no se discute. Escuché esta mañana un debate importante en el que, quien había sido ministro, decía 45 años. Teníamos cuatro por ciento de pobreza y hoy tenemos 50 por ciento.

–Tampoco se discuten situaciones y cifras más cercanas, como por ejemplo los años “buenos” de Menem.

–Eso es indiscutiblemente destructivo, jaja. No se discute porque no se quiere aceptar que eso fue uno de los peores desastres que cometimos.

–Porque cuando se habla de la historia de peronismo, a veces se olvida que Menem constituye una parte, ¿no?

–Menem y Macri tuvieron la misma política económica. No hay ninguna diferencia. Porque si no, le ponemos “peronismo”, “radicalismo”, y no es así. Son los rumbos. Y los rumbos son como la brújula. Usted le puede cambiar el nombre, pero el norte se lo da. La destrucción de los ferrocarriles fue una cosa… Digamos que esa fue la historia.

–Entonces, ¿le parece mejor hablar de rumbos que de partidos?

–Sí, más bien. Ahí hay certezas. Dije en algún momento que si terminamos el concurso de odios, ¿la propuesta aparece? No, porque no está. El odio es la cobertura.

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