Nueva Córdoba, el barrio que vuelve a revivir con los estudiantes
Nada volverá a ser igual con la pandemia, pero la vida y la noche en Nueva Córdoba, el barrio de la capital cordobesa con más estudiantes universitarios, es lo más cercano de la esperada normalidad.
Los barbijos se ven de día y de noche, aunque ya se observa un uso un tanto más relajado entre quienes habitan en la zona. Sobre todo, cuando la movida nocturna comienza. Los espacios compartidos en los edificios son ocupados por los habitantes y están habilitados siempre que se cumplan las medidas sanitarias básicas.
En el día, el Parque de las Tejas y El Paseo del Buen Pastor están siempre ocupados por grupos de jóvenes. Además, con la incorporación de la supermanzana, en Buenos Aires y San Lorenzo, se generaron espacios al aire libre que son ahora usados por peatones o por los clientes de los bares que tienen las mesas en la calle.
La noche es el momento del día cuando más se advierten los cambios. El confinamiento en 2019 cerró bares y reconvirtió locales debido a que buena parte de los clientes ya no estaban porque regresaron a sus lugares de origen. Con el progresivo retorno de la presencialidad en las casas de estudio y los trabajos, el barrio se repobló y, con esto, volvió la actividad nocturna.
Aunque no se parece a la movida de inicios de 2020, con las nuevas flexibilizaciones del martes pasado -en las que la Municipalidad permitió la reapertura de los boliches bailables hasta las 3-, se activaron las salidas. Sobre todo entre aquellos que hoy tienen 18 ó 19 años y que debieron por la pandemia postergar sus primeras salidas.
En los hechos, ya desde varias semanas antes de las flexibilizaciones, algunos bares ya no controlaban los ingresos, la proximidad y el baile, todas cuestiones que debían cumplirse como normas sanitarias.
Aunque, si bien la noche regresó para los jóvenes, algunos hábitos cambiaron.
La previa entre amigos para beber unos tragos en un departamento sigue intacta, aunque se realiza más temprano porque hay quienes prefieren estar desde las 22 en el boliche para aprovechar la salida porque el local cierra a las 3.
Antes del confinamiento, la ordenanza de espectáculos públicos establecía un cierre de las discotecas a las 5, aunque quedó limitada al decreto reglamentario que en pandemia habilitó para trabajar sólo a bares y prohibió a los locales bailables.
En ese marco, es que por estos días se ven bares que reabrieron, hostels que se reconvirtieron y locales de comidas anexados al boliche. Tal es el caso de un bar de calle Ituzaingó, que en el confinamiento se reconvirtió en una verdulería y con las nuevas flexibilizaciones es un local de venta de frutas y verduras, pero, por la noche, un bar en el primer piso.
“En pandemia no quedó nadie en el edificio. El hostel que tenía cerca de mi casa, cerró; los bares no tenían casi gente. Hoy los bares tienen clientes, pero como cierran temprano, sigue la movida hasta las 8 en el hostel. Música, karaoke, todo sigue”, contó Constanza, una estudiante de diseño que vive en Rondeau e Ituzaingó.
Las cuadras de Larrañaga, donde están algunos de los boliches más concurridos, también ya son una postal similar a comienzo de 2020, aunque quienes viven en el barrio describieron las transformaciones: horarios para salir en la noche distintos y un costo más elevado para divertirse.
“Salir a un boliche en esta cuadra antes de la pandemia costaba 1.000 pesos, ahora hay que ir con 2 mil, como mínimo. La entrada sale 1.000 sola, salvo que haya promociones, más un trago que no baja de 500 pesos. Y hay que entrar temprano, sino te cierran el boliche”, contó Francisco, un estudiante de abogacía que vive en un departamento de calle Buenos Aires.
A más movimiento y flexibilizaciones también volvieron los problemas en el vecindario por los ruidos molestos hasta altas horas de la madrugada, confió Sebastián Viqueira, de la Cámara de la Propiedad Horizontal de la Provincia de Córdoba.
“Se están usando en los edificios los espacios comunes, aunque estamos tratando de mantener medidas de distanciamiento y protección. Pero hay un manejo mucho menos restringido”, dijo. Aunque aclaró: “Estamos empezando a tener nuevamente problemas de convivencia por ruidos molestos. De a poco, creo que será mayor la cantidad de estudiantes en los edificios cuando se normalice la presencialidad”.
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