La Voz del Interior @lavozcomar: Post pandemia: avanza la metamorfosis del sistema educativo

Post pandemia: avanza la metamorfosis del sistema educativo

La catástrofe sanitaria del Covid-19 que ha provocado un colapso de la escuela tal como la conocíamos, nos ubica en un punto de inflexión entre la educación del presente y la del futuro. Hoy se vive un período de transición, después del masivo y forzoso giro hacia la virtualidad, durante el aislamiento por la pandemia.

Los expertos dicen que es pronto para vaticinar cuál será la educación de los próximos años, pero sí advierten cuáles son las urgencias y las necesidades de un sistema educativo que antes de la pandemia ya mostraba signos de cansancio. El abrupto y masivo paso de la presencialidad a la virtualidad causó una revolución impensada hasta antes de 2020.

El regreso a las aulas, en medio de fuertes protocolos sanitarios. (AP / Archivo)

Horacio Maldonado, especialista en psicología educacional y profesor titular plenario de la Facultad de Psicología de la UNC habla del colapso de la educación moderna (o prepandémica) tras la mayor migración de la historia. “El lapso de la pandemia, conforma una suerte de espacio o momento transicional que precede al nuevo orden educativo que llegó para quedarse: la neoeducación”, afirma.

En este sentido, Maldonado considera que nos encontramos en una bisagra entre el mundo prepandémico, más o menos conocido, y un emergente y difuso mundo pospandémico. “Lo que vivenciamos en el periplo 2020-2021 es un tiempo de transición entre ambos mundos, un tiempo en principio acotado pero indefinido”, sostiene Maldonado.

Nueva normalidad

Es decir que la presente “nueva normalidad educativa” (un término sin consenso pleno en todos los sectores) permanecerá algunos períodos que, a criterio de Maldonado, pueden ser una oportunidad para experimentar e incluso conceptualizar, los sucesos educativos en el aislamiento y de incursión por el ciberespacio.

“La sorpresiva y letal pandemia funge como un catalizador híper potente que está impulsando un formidable y definitivo cambio cultural, difícil de prever en sus consecuencias”, opina Maldonado.

El sistema educativo quedó interpelado y en crisis. En palabras del especialista, el sistema “va metamorfoseándose continuamente” y exige desarrollar capacidades para afrontar las incertidumbres. “Preferimos no hablar de normalidades por venir y sí hablar de la construcción de otras realidades educativas superadoras o de otras educaciones posibles y necesarias”, plantea.

Los protocolos sanitarios, en el regreso a la presencialidad de los alumnos.s (José Gabriel Hernández / Archivo)

En poco tiempo, la pandemia obligó a cambiar drásticamente el paradigma. Maldonado subraya que la uniformidad relativa de las instituciones dejó paso a la heterogeneidad de los hogares y se fragmentó la homogeneidad que caracterizó a los horarios desde los orígenes de la educación moderna.

“Estamos ante una oportunidad histórica para construir, crear e impulsar nuevas realidades educativas”, opina. Y agrega: “No será un asunto fácil, ni mucho menos, en tanto la educación que viene está o estará en disputa. El tiempo pospandémico, el que probablemente se iniciará vacilante y errático antes de concluir el 2021, es un misterio, un serio enigma”.

Condiciones para aprender

Enrique Bambozzi, doctor en Ciencias de la Educación, investigador y vicerrector de la Universidad Provincial de Córdoba (UPC), sostiene que esta época de incertidumbre no es un tiempo vacío de contenido sino “un momento existencial, provocador de itinerarios”.

“Parece una contradicción, pero la incertidumbre ordena el desorden”, opina Bambozzi, quien prefiere hablar de “pandemias” en plural porque –considera– hay muchas maneras de habitar este período. “Quisiera preguntarme cuál es el lugar de lo pedagógico en estos tiempos inciertos”, dice el investigador. Plantea, en este sentido, que la reflexión pedagógica no es sólo teórica sino, también, práctica. “Lo pedagógico, en su respuesta, tiene que estar a la altura de los problemas que denuncia o visibiliza”, sostiene.

Tras la pandemia, cambia el escenario de la educación. (La Voz)

Bambozzi apunta que la pedagogía del cuidado –hoy asociada a la situación sanitaria– es una categoría que tiene que dar un salto mayor y traducirse en un contenido de enseñanza pedagógico en la formación docente. “Quiero arrojar la hipótesis de que el cuidado es la condición que posibilita que la enseñanza y el aprendizaje sean posibles”, remarca.

Entre los desafíos, el investigador sostiene la necesidad de revisar los protocolos que regulan las conductas para generar condiciones simbólicas y materiales de aprendizaje. También, pensar la conectividad en términos políticos, no sólo didácticos ni tecnológicos; es decir, como un derecho para que se produzca el acto educativo.

“Hay que avanzar en un trabajo intersectorial, interinstitucional. Es lo que llamamos políticas concertadas o inteligencia en red. Las ‘pandemias’ también visibilizaron las pobrezas y la insuficiencia que tienen las instituciones cuando trabajan de manera endogámica o aisladas”, remarca Bambozzi. Propone, además, pensar en escenarios futuros a mediano y largo plazo para “estar delante y no detrás de los problemas”.

Pensar estrategias

“Las pandemias han hecho que los sectores empobrecidos estén más pobres. Hay que pensar estrategias que eviten el abandono, que vayan a buscar a los estudiantes, que incluyan a quienes han quedado excluidos. Hay que hacer convivir la enseñanza presencial con la virtual”, dice. Opina, incluso, que hay que buscar casa por casa a los chicos desconectados.

“Una deuda pendiente es volver a pensar la categoría aprendizaje: qué hemos aprendido, qué estamos aprendiendo y que la comunidad docente recupere todo lo que produjo en esta época” para que las generaciones que se están formando accedan a estos contenidos, subraya el experto.

Nuevas alianzas

A la hora de pensar en la educación que viene, la magister en investigación educativa, psicóloga y docente Mónica Fornasari plantea una serie de interrogantes.

¿Es un momento de pausa, paréntesis o crisis educativa? En la educación del futuro, ¿vamos a transformar o sostener las gramáticas escolares, sus dinámicas, culturas y formatos tradicionales o surgirá una nueva forma de educación? ¿La pandemia generó movimientos de rupturas y cambios frente a los viejos dispositivos de educación?

¿Volvemos convencidos a la educación presencial, o preferimos una educación virtual o educación mixta? ¿Cómo incorporar la vida cultural al aula para renovar o recrear el vínculo con los conocimientos? ¿Podemos pensar la escuela con nuevos tiempos, espacios y agrupamientos educativos?

Tras la pandemia, cambia el escenario de la educación. (La Voz)

“Las nuevas infancias y culturas juveniles necesitan ‘otra’ escuela, acorde a las nuevas épocas. Una escuela flexible, dinámica y abierta a las nuevas contingencias”, opina Fornasari, quien puntualiza que la educación es un proceso complejo, en el que se integran experiencias singulares, institucionales, grupales, culturales y socio-familiares.

“La convivencia escolar se ha modificado con los encuentros virtuales. Pero si puede sostener las miradas de reconocimiento y la escucha atenta, logra fortalecer las culturas del cuidado institucional para alojar e integrar a los niños, niñas y jóvenes al espacio educativo. Es una experiencia de convivencia alternativa y diferente”, considera.

Nueva forma de abordar los procesos educativos

Fornasari cree que para reformar la educación se debe transformar la forma de mirar, pensar y abordar los procesos educativos. “La construcción de conocimientos debe alentar procesos colectivos, proyectos interdisciplinarios, con sentidos socio-comunitarios. Escuela, familia y sociedad en una nueva alianza, desde una comunicación fluida, constructiva y en un diálogo permanente”.

En este punto, la experta enumera una serie de propuestas para la educación del porvenir.

Desarrollar prácticas educativas democráticas, participativas, plurales y con nuevos sentidos socio-culturales. Habilitar espacios de participación, consulta y propuestas.

Cuidados. Las autoridades acordaron reforzar los protocolos en los colegios. (Pedro Castillo)

Vincularse al otro (estudiantes, familiares y docentes) desde el descubrimiento y el encuentro, para evitar viejas prácticas de prejuicios, etiquetamientos o rotulaciones, que garantizan el fracaso educativo.

Formar sujetos ciudadanos, protagonistas y reflexivos para que aprendan a pensar, a expresarse y hacer, con autonomía y compromiso social.

Fortalecer las tramas vinculares, desde la expresión y comprensión de los estados emocionales. Ponerle palabras a los afectos y emociones, como parte del aprendizaje social y de convivencia escolar.

Aprender y enseñar a escuchar al otro, a los que piensan diferente, al malestar, a los aportes de cada uno.

Incorporar la investigación y formulación de preguntas sobre las problemáticas emergentes y actuales.

Sumar el método dialógico. La conversación como dispositivo pedagógico de encuentro y acontecimiento educativo.

Fortalecer las redes y tramas grupales e institucionales para alojar a todos sus miembros.

Promover la creatividad y el desarrollo de recursos epistémicos, emocionales y sociales, como parte de una educación integral y saludable.

Sostener el “aprender a aprender” para modificar las viejas prácticas de la escuela tradicional, basada en el “repetir” lo que dice el docente o los libros, o quedarse de curso sin comprender ni apropiarse de los contenidos significativos y valiosos.

Tener acceso a los recursos tecnológicos y conectividad, para incorporarse al espacio educativo, en términos de igualdad de oportunidades.

La escuela que viene

Por Olga Silvia Avila

Escuela de Ciencias de la educación (UNC)

En lo que va de 2021, la pregunta acerca de la “escuela que se viene” para las mayorías populares resuena en diversos espacios. ¿Qué quedará de nuestra escuela? ¿Qué novedades permanecerán? ¿Qué hacer frente a la indudable interpelación de las desigualdades sociales?

Es necesario, en primer lugar, quebrar dicotomías cristalizantes entre el “antes” y el “después”. La docencia y las instituciones, lejos de paralizarse frente a la irrupción del virus, se mostraron profundamente activas y vitales, echaron mano de sus acervos sociopedagógicos y se pusieron de pie frente a la adversidad. Entonces, lo primero que se nos impone, al decir de Inés Dussel, es el reconocimiento y la valorización de ese esfuerzo y de los saberes desplegados.

Reconocimiento que nos permite inscribir este tiempo inédito en la complejidad de los procesos que la escuela ya atravesaba y en los múltiples modos en que, según los contextos, historias y actores, venía enfrentando la desigualdad social con pedagogías cotidianas gestadas para albergar sufrimientos y amparar esperanzas.

La secundaria, en particular, afrontó la pandemia en medio de uno de los procesos más arduos y difíciles de su historia: la construcción de la obligatoriedad, sancionada a partir de la Ley de Educación Nacional.

Esto significó poner en marcha la inclusión de jóvenes que hasta entonces no la avizoraban en su horizonte y desafiar a familias que no la contaban en su historia social y educativa, todo ello entre profundas controversias –desatadas dentro y fuera de los establecimientos– respecto de los sentidos y razones de esta transformación.

De allí la inmensidad del trabajo que ha debido realizar para anudar vínculos educativos sin la herramienta del cara a cara y el día a día escolar. Nos quedan enormes aprendizajes, invenciones pedagógicas y tensiones acrecentadas.

La escuela que se viene es la que pondrá en juego toda su experiencia acumulada antes y durante la pandemia para redoblar la lucha frente a las desigualdades en cada espacio social, con todes les niñes y jóvenes, con sus historias vitales y sus apuestas de futuro. Nuestra tarea como sociedad será asumir el acompañamiento y la participación necesarias.

Repensar desde lo central (y las periferias)

Laura Castillo

CEO Educativa Global

En este tiempo inédito de lo escolar en que nos planteamos el adentro y el afuera del sistema educativo, aparece como urgente visibilizar el lugar de nuestros estudiantes, eje y centro de todas las propuestas, iniciativas y programas educativos.

Podemos afirmar que en la actualidad las trayectorias de nuestros estudiantes, sean ellos niños, niñas, jóvenes o adultos, transitan por caminos donde los bordes y las cartografías se modificaron.

Los modos de aprender y enseñar en las escuelas cambian al ritmo de las decisiones que surgen de las condiciones sanitarias y las condiciones de posibilidad institucional. Hay bordes borrados, bifurcaciones, calles sin salidas y autopistas de mayor confort y libertad.

En este sentido, tenemos trayectorias educativas definidas como fuertes, donde hay experiencias contundentes, y trayectorias débiles y frágiles que se acercan a nuevas experiencias de aprendizaje que suponen lo “no escolar” en tanto espacio más cercano a lo familiar y social.

Reconocer que existe un número importante de estudiantes en situación de “desconexión” nos implica pensar en rostros, historias de vida y experiencias personales-comunitarias que transitan el afuera de la escuela.

En este punto, es importante que podamos revisar cinco componentes de la educación: contenidos pedagógicos, ampliación de la infraestructura digital, acompañamiento de los docentes, apoyo a la inclusión educativa y organización escolar.

El trabajo con los contenidos pedagógicos supone una clara revisión del currículum oficial legitimado para la escuela tradicional, respecto de la escuela bajo una modalidad virtual y de alternancia en condición de pandemia.

La intencionalidad educativa de las comunidades en las figuras de los maestros, profesores y directivos pone palabra, cuerpo y emoción al derecho a la educación de todos nuestros estudiantes.

Las necesarias revisión, adecuación y potenciación de experiencias educativas que traccionen un currículum en clave de proyecto de vida, personal y comunitario, se vuelve urgente y horizonte cercano.

Si afirmamos que se aprende adentro y afuera de la escuela, deberemos realizar un replanteo profundo y abierto de lo que legitimamos en tanto currículum enseñado y aprendido, fortaleciendo la renovada y porfiada capacidad de aprender siempre.

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