¿Éxito o fracaso?: cuáles son los errores y los aciertos de la campaña de vacunación, según los expertos
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Una campaña nacional de vacunación contra el coronavirus que tiene más errores que aciertos. Esa es la conclusión a la que arriban la mayor parte de los especialistas consultados por LA NACIÓN a ocho meses del comienzo de la inoculación en el país y con solo el 30,20% de la población con el esquema completo. Entre los logros, los expertos destacan el modo en el que se establecieron los grupos prioritarios al momento de vacunar, es decir, poner en primer lugar al personal de salud y luego a los mayores de 60 años. También creen que avanzar con la aplicación de una sola dosis sobre el mayor número de personas posible fue un una decisión correcta, aunque advierten que luego la estrategia se vio en jaque por la amenaza de la variante delta. Entre los aspectos grises señalan las idas y vueltas para comprar las vacunas de Pfizer y la demora que existe entre la distribución y la aplicación de los fármacos.
“El modelo que usaron en la Argentina fue muy parecido al que adoptaron la mayoría de los países: primero se vacunó al personal de salud, luego se empezó a escalonar a los adultos y así se fue avanzando hasta llegar a los más jóvenes. Recordemos que cerca del 77% de los muertos en la Argentina fueron mayores de 60”, describe Eduardo López, uno de los referentes en infectología del Hospital Ricardo Gutiérrez y asesor presidencial. El lunes pasado, el especialista cuestionó fuertemente el plan de vacunación al alertar de la existencia de cinco millones de dosis que no habían sido aplicadas.
El 24 de diciembre pasado, llegaron al país desde Moscú 300.150 primeros componentes de la Sputnik V. El segundo cargamento, en este caso con la segunda dosis, se registró el 16 de enero pasado con 300.000 unidades. Luego arribó otro servicio el 28 de ese mes con otras 110.000 de cada dosis, según la información recopilada por un pedido de acceso a la información pública realizado por el equipo de LN Data.
A pesar de los distintos cargamentos que fueron llegando, se estaba lejos de poder cumplir la meta de inmunizar a 10 millones de personas entre enero y febrero pasados, como había prometido el presidente Alberto Fernández. Los contratos empezaron a incumplirse, no solo por parte del Centro Gamaleya, que elabora la Sputnik V, sino también por parte de AstraZeneca. De hecho, el Gobierno esperaba 22.5 millones de dosis de esa vacuna para marzo último, pero esa meta aún hoy no se cumplió.
“El primer problema que tuvo la Argentina fue el incumplimiento de los contratos. Hubo un déficit en la cantidad de vacunas que llegaron, y frente a ese panorama se empezó a avanzar con las primeras dosis, que fue una estrategia que empezó en los primeros días de abril. Obviamente, cuando aparecieron las nuevas cepas, como la de Manaos y la delta, esa estrategia empezó a perder valor. Hoy es una carrera contrarreloj para ganarle a la delta y también falta vacunar a muchos menores con comorbilidades, no porque falten vacunas, sino porque no están yendo a vacunarse”, agrega López.
Luis Cámera, jefe de la división de Medicina Geriátrica del Hospital Italiano y asesor presidencial, afirma que la decisión de postergar la aplicación de las segundas dosis fue acertada: “De hecho, yo seguiría avanzando con esa estrategia. Si bien dos dosis es mejor que una, la diferencia entre no estar vacunado y tener una dosis es muy grande. Gracias a esa estrategia empezaron a bajar los contagios y las muertes”.
Mientras que Florencia Cahn, miembro de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), subdirectora médica del Centro Médico Huésped y asesora presidencial, explica que las estrategias cambian según la situación epidemiológica, la evidencia que surja y la disponibilidad de vacunas: “Primero se decidió vacunar cumpliendo el plazo mínimo de interdosis, digo mínimo porque no hay un máximo establecido, luego se vio que había una disponibilidad de vacunas menor a la esperada por falta de cumplimiento de contratos y se decidió avanzar con las primeras dosis. En algunos casos se prolongó demasiado ese intervalo, y por eso empezaron a combinar las vacunas para completar esquemas”.
“La estrategia de aplicar una dosis a la mayor cantidad de personas no es una mala idea. Se ha hecho con la fiebre amarilla al dar la quinta parte de la vacuna a más gente y luego se dio un refuerzo. Obviamente, ahora aprendimos que necesitamos la cobertura completa”, agrega Elena Obieta, miembro de la SADI.
La compra de Pfizer
Una de las principales críticas que recibió el Gobierno tanto del arco opositor como de los infectólogos fue la demora para cerrar el acuerdo con el laboratorio Pfizer. Las negociaciones estaban trabadas por supuestos escollos jurídicos, pero de la noche a la mañana, frente al fracaso de Rusia para poder producir el componente 2 de la vacuna Sputnik V, Alberto Fernández decidió modificar la ley de vacunas con un decreto de necesidad y urgencia en los primeros días del mes pasado. Uno de los términos de esa norma (“negligencia”) habría retrasado durante meses el acuerdo final.
“El acuerdo con Pfizer se demoró demasiado, se podría haber arrancado mucho antes a usar esa vacuna. Al final, nunca se supo si era un problema contractual o de qué índole”, señala López.
Cámera advierte: “No sé los entretelones. Sí puedo decir que me llama la atención que una sola palabra haya bloqueado el contrato durante tanto tiempo. El Parlamento tendrá que ver qué es lo que pasó y también se deberá evaluar el rol del Poder Ejecutivo”.
“No tengo una opinión marcada sobre el tema Pfizer. Tengo entendido que ya esta firmado el contrato y van a llegar, pero desconozco en detalle los temas legales que tuvieron que ver con ese tema”, sostiene Cahn.
Logística
Otro punto del plan de vacunación fuertemente cuestionado es la diferencia que existe entre las dosis distribuidas y las aplicadas. “Hay cinco millones de dosis guardadas. Eso es un fracaso del sistema, es un problema que las jurisdicciones no han podido explicar”, dijo López el lunes pasado en declaraciones radiales.
“Hay jurisdicciones que aplican casi todas las que reciben, pero hay otras que se demoran en aplicar cerca del 30% de las dosis recibidas. Esto pasó durante toda la pandemia, no es solo una foto de ahora. Algo está pasando y es responsabilidad de las jurisdicciones, porque puede haber lugares de difícil acceso. Además, el ritmo de vacunación los fines de semana y los feriados baja muchísimo”, explica López a LA NACION.
Cámera marca algunos puntos importantes para entender el problema: “A las 48 horas de que aterrizó el avión, las vacunas ya están en las jurisdicciones. Luego es responsabilidad de cada distrito aplicarlas. Hay lugares de muy difícil acceso y otras personas que directamente hay que ir a buscarlas a sus casas. También sucede que el padrón no es sumamente preciso. Por eso, puede haber personas que figuren que aún no se vacunaron, pero tal vez son personas que fallecieron. De todos modos, ese margen de error es un número pequeño”.
En tanto, Cahn sostiene que “no hay vacunas en la heladera”. La diferencia entre dosis aplicadas y recibidas surge de una logística de vacunación compleja. “Cuando [los productos] llegan hay que verificar la cadena de frío, hay que llevarlas a las provincias, luego a los diferentes departamentos. Creo que la campaña en general es muy exitosa”.
Sin embargo, Conrado Estol, médico neurólogo, estima que no es posible calificar como “buena” a la campaña que impulsó el Gobierno: “Aun sin la variante delta, era muy importante vacunar rápidamente a la población. Si nos comparamos con Chile y Uruguay, la evidencia muestra que no podemos calificar como buena a la campaña”. De hecho, el país trasandino encabeza el ranking de la región, con el 70,2% de la población con el esquema completo y el 77,27% con una sola dosis. Mientras que Uruguay aplicó dos dosis al 67,65% de sus habitantes y una al 74,73%. Si se compara a la Argentina con Europa, los números locales quedan muy por debajo de lo que lograron casi todos los países de ese continente. Por ejemplo, España vacunó con dos dosis al 62,43% de la población; Italia, al 56,19%; Alemania, al 57% y Francia, al 51%.
“Creo que [la campaña] ha tenido déficits claros en la logística para la aplicación de las dosis, tuvimos problemas con los contratos y en no haber comprado antes las vacunas de Pfizer”, concluye Estol.
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